Con Netflix —entre otros servicios— ocurre que uno se enfrenta día tras día a la paradoja de la elección, esa situación en la que tienes tantas opciones que acabas por no poder elegir ninguna. Ayer afrontábamos el «¿qué vemos?» antes de irnos a dormir con esa misma sensación, pero de buenas a primeras apareció entre la lista de opciones una película de la que curiosamente jamás había oído hablar.
Se trata de ‘Hombres, mujeres y niños’ (‘Men, Women & Children’, Jason Reitman, 2014, aquí el enlace a Netflix), una película que por lo visto pasó sin pena ni gloria por la taquilla y que prometía mucho antes de su estreno. Lo hacía por haber sido dirigida por el citado Reitman, que había triunfado en el pasado con ‘Juno’ o ‘Up in the air’. El tráiler es potente, solo con música y diálogos, pero creo que os recomendaría no verlo si no habéis visto la película para llegar de nuevas. Por si queréis darle, aquí lo tenéis.
Lo curioso de no conocer la peli es que es una clara crítica a la forma en la que los móviles se han apoderado de nuestras relaciones personales. No había crítica velada a las grandes que se llevan todas las collejas hoy en día. Nada de meterle tralla a Facebook, Google o Instagram. No. En la película se centran en la mensajería instantánea con alguna que otra toba a otras áreas como el porno online o incluso el juego online sin mencionar demasiado a herramientas o servicios reales. Recuerdo PornHub, Ashley Madison, Guild Wars y Tumblr, que supongo que pagaron un buen dinero por estar ahí metidos. Lo sorprendente para mí es que la colleja curiosamente —y ese es un mérito de Reitman— no es de hecho para esas herramientas, sino para los que la usamos. Los hombres, mujeres y niños que la usamos.
Me encantó la película. Me encantó.
Lo hizo por casi todas sus tramas, porque hay varias y muy bien tratadas. El aburrimiento por la rutina matrimonial (aquí Adam Sandler me sorprendió gratamente, algo menos logrado fue para mí el papel de Rosemary DeWitt), la madre hipercontroladora de lo que su hija hace o deja de hacer en internet y el móvil, la otra madre de una chica obsesionada con los selfies y su popularidad (anticipándose a la era dorada Instagram) o la trama central en la que un juego como Guild Wars sirve como válvula de escape a un chaval con una depresión importante hasta que le rescata la chica protagonista. Hay alguna otra historia paralela menos potente y llevada al extremo razonable -esas cosas pasan, ciertamente, pero parece que la película las hace más frecuentes- y todas ellas reflejan parte de lo que era la sociedad hace 5 años y lo que sigue siendo aún más ahora.
Sentía curiosidad por no haberla descubierto antes y busqué alguna crítica en internet. Uno de mis compañeros en Espinof, por ejemplo, la ponía a parir y la tildaba de película mediocre, y esta otra no le queda lejos y la califica como complaciente y burguesa.
Parece que esa fue la sensación general (en Rotten Tomatoes le dan un 44%), pero insisto, a mí me gusto. Quizás porque la veo desde la distancia, porque creo firmemente en ese mensaje del daño que están haciendo esas herramientas mal utilizadas y porque lo que cuenta el metraje de esa época de hace cinco años es más cierto que nunca ahora. También puede que me afecte el hecho de que veo que más pronto que tarde tendré que lidiar con esos mismos problemas con mis hijos. La pregunta de «¿tú cuándo le dejaste usar el móvil a tus hijos?» es ya un clásico entre padres de nuestra quinta con niños y con preadolescentes, y aunque no me veo en el papel de Jennifer Garner —que lo hace tan bien que dan ganas de ir a darle una yoya por histérica— sé que muchos de los que estamos en esta situación y vemos esta peli salimos un poco temblando al ver todo lo que van a tener que soportar nuestros hijos.
Esas mismas herramientas que nos han conectado a tanta gente y tantas cosas, ya se sabe, han acabado apartándonos de mucha más gente y muchas más cosas. Es una trágica ironía, una que creo que refleja bien la película y que yo al menos he vuelto a reconocer para echarle un buen pensamiento tras acabar de verla. No sé yo si me gustaría ser adolescente hoy en día con ese acceso prematuro, arrollador y global a todo y todos. No sé si lo pasaría bien, pero teniendo en cuenta que de jovencito era un tostao y no el gigante mental y social que soy hoy en día —¡ja!— lo dudo. Me salvé por los pelos. Así que insisto, creo que la película bien vale esas dos horas de vuestra vida.
Si la habéis visto, compartid opiniones. Si no es así, insisto, vedla (mejor en inglés, la voz en off es de Emma Thompson y hasta eso mola) y compartid opiniones también, por favor.
Oye, pues no me ha quedado mal la crítica, diría yo. Voy a tener que hacer más 😉