Creo que llevo ya algunos años hablando sobre lo mismo, pero es que evento tras evento y feria tras feria me quedo con la misma sensación: la de que el mundo ha cambiado, y las ferias deberían hacerlo también.
Escribí ya sobre el tema hace tres años cuando hacía referencia a un genial artículo que publicaban en BuzzFeed y del que básicamente yo era un eco. En el CES ocurren demasiadas cosas, demasiado interesantes, y demasiado rápido. Y precisamente eso hace imposible que los que trabajamos escribiendo sobre tecnología lo disfrutemos. La mayoría (creo) lo sufrimos. El CES es un gigantesco e irónico despiporre tecnológico: el típico evento que amarías si no odiaras.
Y digo bien: me encantaría asistir algún día al CES en plan turista, pero incluso me conformaría con disfrutarlo en modo espectador friki, engullendo novedades sin parar y dándome un atracón de promesas. Aunque quisiera hacerlo probablemente no podría, porque al menos a corto y medio plazo tendré que combinar lo de aporrear el teclado con los verdaderos protagonistas de estos días: mis dos peques.
En The Unshut también hacía referencia a esta singular locura contagiosa del CES, una en la que volvía a hacer hincapié en algo que no solo ocurre en esta feria de la electrónica, sino en otras muchas:
Hay demasiadas empresas, demasiados productos y demasiadas promesas. Y no podemos prestar atención a la mayoría de ellas.
Esa lucha por nuestra atención la vivimos en muchos ámbitos -bien lo sabemos quienes trabajamos en medios de comunicación-, pero lo del CES es de traca, y aquí debería imponerse lo racional. ¿Por qué aglutinar tanto lanzamiento cuando sería mejor diversificarlo? ¿Por qué tratar de robar titulares al competidor cuando lo ideal sería que todos tuviesen su hueco y su tiempo para comunicar? Hay muchos días del año en los que cuesta encontrar noticias relevantes o curiosas en materia de tecnología (ojo, relevantes o curiosas), y de repente el CES nos sacude con decenas de ellas.
Quizás las empresas y los medios deberíamos respirar un poquito y reflexionar sobre esta absurda orgía de marcas y productos. Quizás el CES, el IFA o el MWC ya no tengan sentido en un formato en el que es imposible digerir tanto en tan poco.
Demasiado ruido. Demasiado frenesí.
Imagen | Kaleb Nimz en Unsplash
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El motivo por el que se aglutina todo en unos pocos eventos a lo largo del año es muy sencillo: la mayoría de las cosas que se presentan en CES, IFA y demás no recibirían ni un ápice de atención. «Aprovechando» que hay alguien cubriendo el evento, pues se habla de ello, pero si se presentara un día cualquiera, lo más probable es que mucha gente ni se enterara.
Los grandes, que si reciben atención en cualquier caso, se están separando cada vez más de estas cosas: Google, Apple y Microsoft ya tienen eventos propios, y Samsung, aunque aprovecha las fechas del MWC, ya lo monta todo en otro sitio; no me extrañaría nada que este año ya lo hagan en otros días y todo. Y los eventos quedarán como una aglomeración de «el resto» en un intento por llamar la atención. Es triste, pero al fin y al cabo, es ley de vida.
Bueno, es evidente que centralizando todo las empresas ahorran -no es lo mismo encargarte de llevar a tropecientos periodistas a tu sarao que saber que van a ir todos igualmente porque han ido también a otras cosas-. Estoy seguro de que el CES es rentable para las empresas a nivel económico, pero no estoy nada seguro de que lo sea a nivel mediático.
Está claro que los que has citado (salvo Samsung, sí ha estado en CES) tienen entidad para hacer sus eventos desde hace tiempo, pero para los demás es cierto que es difícil tener tanta exposición. El problema es aprovecharla.
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