No tengo demasiadas buenas palabras para la televisión en nuestro país, donde salvo contadas excepciones vamos a un modelo en el que claramente el entretenimiento siempre va por delante de la información e incluso de otros valores. Cierto que al fin y al cabo es un negocio, pero que no se extrañen los responsables de las cadenas televisivas cuando el boom de Netflix –si es que alguna dichosa vez llega a estos lares de forma definitiva, aunque sea con servicios alternativos– les haga quedarse en paro.

Mientras tanto, asistimos al desenfreno publicitario, con técnicas cada vez más rastreras en las que por ejemplo se separan las noticias de los deportes –me enteré hace poco de esto– para poder hacer cuñas publicitarias dentro de esas secciones, y que los presentadores de los deportes o del tiempo se conviertan de golpe y porrazo en reclamos publicitarios. Puede que eso logre que esos negocios se mantengan y que también lo hagan sus empleados, pero dice muy poco de la ética de los directivos de las cadenas e incluso de los propios periodistas que, claro están, en muchos casos no tienen más culpa que la de poder seguir llevando el pan a casa.

Hay otras muchas formas rastreras de meternos la publicidad por el costado. Como esos mensajitos de «Espacio patrocinado por…» que parece que van a dar lugar al espacio que queremos ver, para que tras la cabecera del espacio, toma ya, otro anuncio al canto. Al final la televisión ha dado la vuelta al concepto original. Antes había ciertos contenidos de interés con algunos anuncios entre ellos. Ahora hay anuncios con algunos contenidos de interés entre ellos.

Pero la inspiración de este genial post (sobre todo, porque no os meto publi entre medias) me ha venido de un artículo en Re/code –por cierto, lo están haciendo realmente bien, ya hablaré de ello más adelante– en el que hablan del futuro de la publicidad en forma de ese product placement que es otra de las disciplinas que nuestras cadenas televisivas dominan con verdadera maestría desde hace años (¿Recordáis los desayunos de «Médico de familia»?). Una empresa llamada Mirriad es capaz de post-procesar películas, series y otros contenidos visuales para colocar en todo tipo de escenas cualquier publicidad como si formase parte del entorno. Así que lo que veis en diferido no tendría demasiado que ver con ese contenido si lo hubiéramos visto en directo.

Probablemente no me he explicado bien, pero el que sí lo hace es Stephen Colbert, el conocido showman y presentador de la televisión estadounidense que no tiene parangón en nuestro país –quizás Buenafuente en su mejor momento– y al que no veo más por pura pereza. Atentos al comentario que hizo de la noticia.

 

Prodigioso. Por cierto, seguro que si hay alguna cadena televisiva española leyendo esto (mira que me extrañaría) ya se ha puesto en contacto con la gente de Mirriad.

Disclaimer: ¡Y vivo de la publi que aparece en los medios en los que trabajo, que conste!