<Modo atención al cliente on> Ya sabéis que desde hace unos días tengo mi particular seedbox aprovechando las prestaciones del pequeño Raspberry Pi. El proyecto es un pequeño éxito -aunque es cierto que cuando está descargando a todo trapo el pobre RPi sufre lo suyo-, pero tenía la limitación de tener solo 8 Gbytes en mi tarjeta SD para este propósito. La solución era conectar un disco duro externo -no tenía ninguno a mano, y me parece un tema aparatoso- o ampliar ese apartado comprando una nueva tarjeta SD con mayor capacidad. Opté por esa segunda opción.

Así que ni corto ni perezoso hace 10 días estuve ojeando las ofertas en eBay y encontré una de lo más suculenta. Un usuario llamado gigallionaire2012 vendía supuestamente una tarjeta SDHC de ADATA, con 64 Gbytes y clase 10 por 23 ‚¬ más 1,70 ‚¬ de gastos de envío. Un verdadero chollo, que parecía medio razonable porque ADATA no es una de las grandes en este terreno, y para lo que yo la quería, me podía solucionar el tema. Así que a comprar se ha dicho.

Tras realizar el pago primer mosqueo: tres días después, ni noticias del envío, ni del vendedor. Le escribo, y tras intercambiar varios mails me doy cuenta de que vivía en España -no me había dado cuenta, pero lo ponía en el anuncio- y finalmente me comenta que ya está enviado y que me enviará el código de seguimiento al día siguiente. Segundo mosqueo. Si ya lo has enviado, tienes el código de seguimiento a mano, se supone.

Sea como fuere, el paquetito acaba llegándome 2 días después, y claro está, comienza la labor de preparación del nuevo seedbox, que además prometía porque acababan de sacar la nueva imagen de Raspbian con soporte para el modo Turbo que hace overclocking automático cuando el procesador está pidiendo a gritos un empujón. La instalo, y todo parece ir bien: cuando termino activo la opción de redimensionar automáticamente la partición raíz para que aproveche los 64 Gbytes de la tarjeta. Y aquí empieza la odisea.

Tras el primer inicio el Raspberry Pi comienza el proceso de «expansión» de la partición, proceso que no acaba nunca. Tras leer documentación sobre el tema pruebo otras cosas y descarto temas como una insuficiente alimentación (desconecto todo salvo HDMI y alimentación) o un sobrecalentamiento de la CPU por la activación del modo Turbo. De hecho, con el fallo del redimensionamiento me toca reinstalar una y otra vez Raspbian para volver a iniciar el proceso. Un tostón.

Tres días después y un buen montón de pruebas intermitentes más (ya me controlo el fsck.ext4 a tope, algo hemos ganado) me convencen de que algo pasa con la puñetera tarjeta SD, que por una o por otra no hace más que dar problemas. Así que tras comentarlo con un compi en el trabajo (¡Matu!) me doy cuenta de que probablemente me hayan tangado, ya que como dice él, están vendiendo tarjetas SD falsas que indican una capacidad, te dejan formatear a esa capacidad, parece que tienen esa capacidad… pero no la tienen. Y otro tanto de lo mismo con pendrives USB.

Para comprobar el tema me informo un poco y descubro la existencia de una pequeña herramienta llamada h2testw de la que habla muy bien este blog. Es para Windows, mientras que para Linux existe una opción alternativa llamada F3), así que la descargo, la instalo, y pincho la tarjeta SD sospechosa en el lector. Ejecuto el programa, y 6 horas después (sí, 6 horitas de escrituras y lecturas continuas, que a una tarjeta SD de mala calidad y con 64 Gbytes teóricos de espacio son muchas escrituras y lecturas) me informa de que de los 64 Gbytes de disco la inmensa mayoría son corruptos. En realidad parece que tan solo 7,7 son válidos, así que la conclusión es clara: me han vendido una SD de 8 Gbytes como una SDHC Clase 10 de 64 Gbytes. Flipad.

Ayer por la noche, indignado y cansado tras tanta prueba, contacto con el vendedor a través de eBay y de su apartado de resolución de problemas. Explico el problema lo más brevemente posible y solicito la devolución total del dinero. Por si no lo sabéis, eBay y PayPal (medio con el que pagué el tema) primero le dan la opción al vendedor de solucionar el problema, porque si no lo hace las consecuencias para él pueden ser importantes, así que parece que este avispillas debió verle las orejas al lobo, porque esta mañana cuando me he levantado ya tenía el importe reembolsado en mi cuenta de PayPal.

Conclusión: lo barato sale caro. Muchas horas perdidas y bastantes disgustos tontos por un simple timo en el que caí como un necio más. Espero que la historia sirva para algo 🙁 <Modo atención al cliente off>