El debate sobre el control del copyright y la propiedad intelectual se sale un poco de mi ámbito, pero tengo claro que la industria del entretenimiento no está haciendo las cosas bien: no aportan valor adicional, pero siguen queriendo mantener un modelo de negocio absurdo -pero muy beneficioso para ellos- cuando los tiempos marcan otra forma distinta de lidiar con los usuarios, que cada vez somos menos tontos y cada vez nos damos cuenta de las estafas que se dan en el mercado. La historia con la música, las películas o los libros electrónicos es la que ya hace siglo y medio se produjo con las bibliotecas públicas:
When public libraries were introduced in Europe 150 years ago, the book publishers were very much opposed to this. The argument they used was the same one that is being used today in the file sharing debate: If people could get access to books for free, authors would not be able to make a living, and no new books would be written.
Por ello es interesante que os leáis -si os mola el tema- el artículo de Christian Engstrom al que he llegado vía TechDirt y que habla de cómo las leyes actuales para proteger los derechos de autor no tienen sentido si tenemos en cuenta qué es lo que permite actualmente la tecnología. Y es que como dicen en TechDirt, a día de hoy las leyes que se están barajando nos convierten virtualmente a todos en criminales por compartir todo tipo de datos y archivos.
¿Cuál es la única forma de parar esa compartición de archivos? Pues según Engstrom -parlamentario en la Unión Europea con el Partido Pirata- la única opción sería, ojo al dato, quitarnos el derecho a las comunicaciones privadas. Ese utópico sueño de la SGAE, la RIAA, la MPAA y demás organismos que se lucran con unas leyes y cánones obsoletos nos privaría de algo que, al menos en la práctica, parece imposible que nos puedan quitar.
A no ser, claro, que estemos en Matrix. Je.
Un mundo donde tener acceso a comunicaciones privadas de empresas, gobiernos y bancos para ver que nos ocultan, estilo wikileaks
Pingback: ¿Os imagináis un mundo sin comunicaciones privadas? « QeVida