Lo de Google es, como diría mi madre, para mear y no echar gota. No paro de comentar cosillas de estos adictos a las betas, pero es que es difícil evitarlo. Desde Genbeta me entero del lanzamiento de dos nuevos servicios, pero el que realmente me ha llamado la atención ha sido Google Print (en beta, claro está). No es nuevo, tal y como comentaban en Error500, pero sí lo es en nuestro país, donde la gente lee mucho, y bien. O esa impresión tengo cuando viajo en metro. Este nuevo buscador husmea en las bases de datos bibliográficas para encontrar cualquier texto en el que aparezca un término o una frase que introduzca el usuario, como si de un artículo cualquiera publicado en la red de redes se tratase.
Amazon, el megastore de nuestra era, ya tenía un servicio similar denominado A9, y aunque la intención de Bezos y su faceta visionaria fue sorprendentemente acertada, Google Print lo supera en al menos un apartado, como señalaba la entrada de Error500 antes comentada. Una vez encontrado el texto, se nos ofrece el mejor precio para adquirirlo en distintas tiendas, no dependiendo de Amazon para esa potencial compra. De hecho, el sistema de Amazon se basa en Google, como apunta el artículo de John Batelle en el que una conclusión es especialmente certera:
In essence, Amazon seems to be making a play for Google’s customers
Yo probé un par de búsquedas poco originales. «En un lugar de la mancha», y «poderoso caballero es don dinero» (lo sé, lo sé, no se me ocurría ninguna cita moderna, maldición) dieron un torrente de resultados, y por ejemplo en la segunda cita apareció en primer término el famoso y siempre vigente poema de Don Francisco. Enlaces a la izquierda para comprar el libro, frases resaltadas. Fácil. Rápido. Claro. Eficaz.
Es difícil competir contra alguien que lo hace tan bien. Sin embargo, la que dicen será sucesora de Microsoft no está exenta de críticas, ya sean en plan simpático, o no. Un excelente ejemplo de una tira cómica excepcional publicada en The New York Times, porque realmente así puede ser el futuro de Google.
Tal es el impacto que provoca esta empresa que una pareja de flipaos en Suecia (último país que se me hubiera ocurrido para tal noti) ha bautizado a su hijo con el nombre de Google. Sí, sí, Google. No puedo más que compadecer al pequeñajo por la infancia que le espera. «Google, búscame esto» «Google, búscame lo otro», «Google, ¿cuál es la capital de Guinea Ecuatorial?». Chavalote, buena suerte. Y los padres, los muy ***** ** ****, están tan orgullosos que lo han publicado a los cuatro vientos. Igual Brin y Page les regalan una cuenta especial de Gmail o algo así. No somos nadie.
Pero como se les ocurre llamarle google al niño?!?!?! En fin, aquí en España también hay algunos casos de ponerle nombres de empresas a bebés, por ejemplo Indra.