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Twitter nos acerca lo que parecía lejano

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Hace un par de días contaba brevemente en Twitter mi breve y fugaz encuentro con Arturo Pérez-Reverte en el ascensor de La Casa del Libro, en la Gran Vía madrileña. Iba con la familia y claro está, el citado encuentro me pilló por sorpresa. Y a pesar de mis buenas intenciones, al final quedé como un jovencito imberbe porque no se me ocurrió nada que decir salvo un «Sr. Reverte» al que debería haber seguido un simple y sencillo «gracias». Me quedé con las ganas.

Supongo que un poco frustrado por la situación acabé contándolo en Twitter para luego decidirme a decirle al Sr. Pérez-Reverte por escrito y vía Twitter lo que no le había podido decir en persona. Básicamente, agradecerle muchos buenos ratos de lectura, tanto en el caso de sus novelas como en el de sus artículos. Sabía que D. Arturo tiene una cuenta muy seguida y muy activa en Twitter, pero no le seguía hasta ahora y no conocía qué tipo de actividad podía tener alguien como él en esta red social. Y me he encontrado con una agradable sorpresa, porque el académico dedica la mayor parte de sus tweets a contestar a fans, admiradores y, por supuesto, detractores, siempre con ingenio, siempre con amabilidad, y siempre tratándoles de usted.

Hasta no hace mucho el que alguien de la talla de Pérez-Reverte estuviese tan accesible era prácticamente imposible. Ni siquiera a través de los blogs, donde la discusión se vicia y se convierte a menudo en un caos. Pero Twitter sí nos acerca a gente que normalmente sería inaccesible, a nuestros ídolos, a nuestras referencias, y por supuesto también a aquellos a los que queremos decirles dos cositas. Porque lo especial de Twitter es que esas personas inaccesibles se convierten en accesibles (o casi). Porque le dedican un mensaje a muchos otros usuarios que, por supuesto, quedan encantados con ese sencillo esfuerzo.

En mi caso, desde luego, el gesto me ha dejado sorprendido. Puede que no me guste todo lo que ha escrito Pérez-Reverte («El asedio» me decepcionó, por ejemplo), pero le he leído mucho y es sin duda uno de mis escritores favoritos, con esos diálogos con frases geniales, muy cortitas, muy puntuadas, de las que curiosamente también hace gala en Twitter, un canal que le viene al pelo.

Probablemente el mejor ejemplo de esas frases cortas, contundentes y geniales sea toda la serie del Capitán Alatriste, una saga genial a cuyos personajes y cuya época Reverte hace mucha referencia en artículos de hoy en día. Es como si aquella época le fuera mucho más al dedillo que esta. Y como Alatriste, el Sr. Pérez-Reverte dice muchas verdades. Aunque sea por Twitter. En 140 caracteres se pueden decir unas cuantas. Aunque sean cortas.

Gracias, «Sr. Reverte».

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3 comentarios en “Twitter nos acerca lo que parecía lejano

  1. Javier, felicidades por el artículo, interesante como siempre. Entiendo que encontrarse con un «ídolo» literario debe ser una situación extraña y es comprensible que falten palabras. Respecto a Reverte, me quedo sin duda con «El club Dumas», una novela que siempre me ha parecido fascinante. Sus artículos en cambio, por esa manía de caer en lo tendencioso tienen la capacidad de ponerme de mal humor, incluso aunque esté de acuerdo con ellos. Recuerdo uno muy célebre sobre el tratamiento del género en la escritura, en el que me pasó exactamente eso. Aunque he de reconocer que es un maestro en la defensa de sus propios principios.

    • JaviPas dice:

      Gracias por el comentario, jen0f0ne. Efectivamente me cogió por sorpresa, y eso que yo no soy de alucinar cuando veo a un famosete.

      «El club Dumas» es genial, coincido. Y los artículos también me suelen parecer fantásticos, aunque sí es verdad que Pérez-Reverte no se corta un pelo con las críticas y los calificativos. El otro día lo comentaba con amigos: dice verdades como puños. Como Belén Esteban, pero en culto 😀 Toma comparación.

  2. Jejeje, no es mala comparación, no. Ambos personajes no dejan indiferente a nadie, y los dos tienen cierto mohín de «hasta los mismísimos del mundo». No sé si a Reverte le hará mucha gracia la comparación… la Esteban no creo que sepa ni quién es el «sillón T».

Comentarios cerrados.