—¡Papá, mira, mira este vídeo qué gracioso es!
Mis niños me sueltan esa frase de cuando en cuando. Están viendo algo y riéndose un montón, así que a veces caigo en la trampa. Entonces me enseñan el vídeo de YouTube o TikTok o lo que sea y me quedo asombrado. Es imposible que eso les pueda hacer gracia. Pero lo hace, claro, porque ellos son de otra generación que tiene otro tipo de gustos y se ríe de otro tipo de cosas.
No pasa nada porque es un ciclo que se repite constantemente. Lo mismo le pasaría a nuestros padres con nosotros, y lo mismo les pasará a nuestros niños cuando tengan los suyos. El humor es como los peinados: muy generacional.
Pues bien: mi sensación con la red social Sora y los vídeos creados con Sora 2 es la misma. No me hacen gracia. Alguno acaba haciéndome esbozar una pequeña sonrisa, pero como ahora mismo todo son cameos de cuatro personas —con Sam Altman apareciendo por todos lados—, todo se vuelve demasiado repetitivo.

Hasta que pase lo que tiene que pasar, y es que cada vez más gente dé su permiso para que hagan cameos de ella y todos acabemos convertidos en un meme. Lo de los remixes —tomar un vídeo de Sora como base para otro vídeo similar— es otro triunfo, porque permite que si algo que acabas de crear con IA no te acaba de convencer, siempre podrás generar múltiples versiones.
Y así es como Sora (probablemente) conquistará al mundo. No con vídeos random que no te hacen gracia porque no son de tu rollo, sino con vídeos que tus amigos y conocidos acaban haciendo contigo y con ellos y que por eso mismo forman parte de tu mundo.
Porque si mi amigo hace un vídeo conmigo haciendo lo que sea, yo probablemente me picaré y responderé con otro, y aquí la magia de Sora es que prácticamente no tenemos que hacer nada y los resultados son espectacularmente buenos en cuanto al realismo. En casi todos los casos, los resultados son espectacularmente malos (en mi opinión) en cuanto al contenido. Si ya había mucha morralla en internet, la posibilidad de crear vídeos cortos con una simple frase va a hacer que la morralla o la bazofia generada por IA (AI Slop) nos inunde y nos deje medio tontos.
¿Será el efecto wow de Sora algo pasajero? No lo tengo nada claro. Eso ocurrió con las imágenes estilo Studio Ghibli que de repente todo el mundo se puso a crear, pero esto va más allá por ese potencial efecto de red: si yo creo un vídeo con mi imagen, daré pie a que otros hagan remixes de todo tipo con mi imagen. Al menos, si doy permiso para ello, y ahí eremos cómo logran controlar que la cosa no se convierta en un problema legal.
Ya veo a mis niños y a toda su generación creando vídeos como si no hubiera un mañana. Esto va más allá de TikTok, porque combina ese formato de vídeo corto que les ha conquistado con el hecho de que además los vídeos cortos les tendrán a ellos y a sus amigos como protagonistas. «Diversión» sin fin. Veremos si no se tuerce la cosa y de «diversión» pasamos, como ha ocurrido siempre con las redes sociales, en otras cosas terribles.
Acabo de darme cuenta que de hecho quizás lo divertido no esté tanto en ver vídeos de otros como en hacer los tuyos propios. Yo mismo acabo de jugutear un rato con Sora y con cameos de Sam Altman y la verdad es que esto es como un pequeño y estúpido superpoder: uno que imagino que alguien usará para hacer contenido decente en algún momento. Yo no llego a tanto, y me temo que lo único que se me ha ocurrido esto. Espero que me perdonéis, queridos lectores.
Uf.