Tecnología

Los programadores que amaban la IA

Mientras el mundo se pregunta cómo y cuánto le comerá la IA, hay un sector de usuarios que ya saben cómo se las gasta esta tecnología. Son los programadores, claro. Fueron los primeros en darse cuenta de por dónde irían los tiros porque fueron también los primeros en poder probar las ¿mieles? de la IA generativa.

No sé si os acordáis, pero GitHub Copilot (basado en GPT-3) apareció en beta en junio de 2021 y en octubre esa IA ya «picaba» el 30% del código que se publicaba en GitHub. Todavía quedaba más de un año para que el mundo asistiera sombrado al nacimiento de ChatGPT, pero Copilot ya daba muestras de esa revolución. ¿Y sabéis qué?

A los programadores les encantaba.

No solo no aceptaron ese cambio. Lo abrazaron. Ellos lo tenían bastante fácil, todo hay que decirlo. La aplicación de la IA a algo bastante determinista como la programación era ideal: las soluciones a cualquier problema pueden variar en forma, pero no en fondo. Al final deben funcionar, y hay formas muy sencillas de verificarlo y ver puntos de fallo. El código podía ser de menos calidad, pero el resultado final era el mismo: producían más y mejor (tras revisar ese código).

Precisamente eso es lo que contaban recientemente dos programadores distintos. Se referían no ya tanto a la IA ayudándote a programar como a las nuevas IAs que básicamente programan por ti. Tú te conviertes en un director de orquesta, en un jefe de proyecto que simplemente le tiene que decir a la IA «haz esto así, espera así no, ahora pon esto otro ahí». Las herramientas de moda, los agentes de IA para programar (Cursor, Windsurf, OpenAI Codex, Claude Code, Google Jules) hacen esto más alucinante que nunca, y los programadores lo saben. Y claro, lo aprovechan.

Y como digo, el primero de ellos en publicar su reflexión al respecto fue Thomas Ptacek, que escribió un inspiradísimo ‘My AI Skeptic Friends Are All Nuts‘. En ese post hacía la contrarréplica a quienes no se fían de la IA para programar. A cada queja, su argumento. Al «Oye, es que a saber qué código mete la IA» él respondía con un «es que tú eres responsable del código, debes revisarlo». Al «es que alucina», él decía «para eso tienes que compilar y comprobar los errores». Al «ese código es de un desarrollador júnior», él respondía «¿te cuesta un becario 20 dólares al mes?». Y finalmente a una pregunta importante como «¿pero qué pasa con la programación como arte?» él respondía con algo genial.

«¿Te gusta la carpintería japonesa? ¿Todas esas herramientas manuales y de carpintería sashimono? A mí también. Haz eso en tu tiempo libre».

Había más quejas y más réplicas, pero supongo que cogéis la idea. Él estaba encantado con cómo la IA le estaba ayudando, y no entendía a quienes protestaban tanto por el uso de la IA en la programación. Ese es el primer texto, insisto.

El segundo, de Armin Ronacher, se titula ‘AI Changes Everything‘, y precisamente enlazaba al anterior. Como Ptacek, este programador hablaba de las ventajas de usar herramientas como Cursor. «¿Programo más rápido? En realidad no, pero siento que he ganado 30% más de tiempo al día porque la máquina hace el trabajo». Me gusta esto que dice al comenzar el post:

«Incluso si hoy detuviéramos todos los avances, […] los sistemas que ya existen remodelarían la forma en que vivimos, trabajamos, aprendemos y nos comunicamos entre nosotros».

Así es. La IA tal y como está en su momento actual ya es una pequeña revolución en sí misma. No es AGI, no nos supera en todo lo que hace, pero es capaz de potenciarnos e incluso de sustituirnos. Él afirma que no ha visto jamás una tecnología como esta que afecte a todo el mundo de forma tan amplia. «La adopción del smartphone fue lenta en comparación». Y lo alucinante, añade, es que en realidad la gran mayoría de la población del planeta no ha llegado a tocar estas herramientas. Esto es solo el principio. Es, dice, como la máquina de vapor: «una vez existió, no era posible un futuro sin ella».

Pues con la IA, igual. Ronacher es optimista, y eso me ha recordado que a pesar de posts como el de ayer yo también lo soy. Al menos, en el sentido más amplio. Creo que la IA va a ser la pera, pero su impacto va a imponer efectos serios en parte de la población, y para mal. La pérdida de empleo es la obvia -ahí toca adaptarse- pero seguramente haya otros.

Pero mientras llegan (si es que lo hacen), una cosa está clara: los programadores ya están experimentando ese cambio en sus vidas. Y no parece malo, al menos de momento. Esperemos, pues, lo mejor, y estemos preparados para lo peor.


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1 comentario en “Los programadores que amaban la IA

  1. Koke Laast dice:

    De momento no puedo usarla porque los datos de la empresa no puedes subirlos a una IA. Sin embargo, entiendo que hay muchas tareas que puede hacerlas pero todavía no veo claro que sea capaz de «entender» el código de 6 o 7 microservicios interconectados. Supongo que el gran cambio vendrá cuando haya un framework que la tenga integrada (igual ya lo hay)