No lo digo yo, sino Linus Torvalds, creador del kernel Linux y una de esas personas a las que tengo en un pedestal en mi templo politeísta. En esos pedestales no hay gente perfecta, claro. Es gente con sus imperfecciones, con sus luces y sus sombras. Hay unos cuantos pedestales ya. Está Jobs, Elon, Pérez Reverte, y como digo, Linus.
Lo de Linus me parece especialmente admirable, porque estar al frente de un proyecto que sostiene medio mundo debería haber hecho que fuese tan rico como Bezos o Gates, pero a él eso no parece importarle: sigue a lo suyo, metiéndole caña a los desarrolladores y haciendo que su proyecto de juventud, un sistema operativo libre que según él «no va a ser grande ni profesional». Ja-ja-ja.
Y ahí sigue Linus, en la cresta de la ola. Normalmente centrado en Linux, pero que desde luego está muy al tanto de todas las tendencias tecnológicas. Justo estos días le preguntaban por la IA en el evento Open Source Summit en Viena, y él rápidamente daba su opinión, que a mí me parece magistral (minuto 37:35, negritas mías):
«Creo que la IA es realmente interesante y creo que va a cambiar el mundo, y al mismo tiempo odio tanto este ciclo de expectativas exageradas que realmente prefiero no ir por ahí así que mi enfoque de la IA ahora mismo es que básicamente la ignoraré porque creo que toda la industria tecnológica que la rodea está en una situación muy mala y es un 90% de marketing y un 10% de realidad. Y en cinco años las cosas cambiarán y en ese punto veremos qué parte de la IA se usa a diario para cargas de trabajo diarias».
Me parece una visión absolutamente clarividente de cómo está el mundo de la IA ahora mismo. Hay demasiado hype —no hay una traducción adecuada para este término—, demasiadas promesas y pocas realidades. Por todos lados, grandes y pequeñas empresas están intentando hacerse (más) de oro y subirse al tren antes de que sea tarde.
Es lógico que lo intenten, pero claro, como ocurre con otros muchos ciclos de hype recientes —criptos, metaverso—, aquí lo normal es que nos llevemos un buen tortazo de realidad. O al menos se lo llevarán muchas de esas pequeñas empresas que están cogiéndose al tren con las uñas y acabarán hechos polvo al caer en las vías a gran velocidad.
Lo comentaba un poco ayer al hablar de la hipotética nueva startup de Mira Murati, que de golpe y porrazo parece que va a conseguir 100 millones de dólares para ponerla en marcha. Eso es mucho dinero, pero en IA es más bien poco. Y tanto ella como el resto de pequeñas startups que intentan convertirse en la nueva Google lo van a tener muy, muy difícil.
La razón es simple: Google no tenía una Google que se la pudiera comer con patatas. Pero todas estas startups tienen varias Google que van a poder hacerlo. Todas las Big Tech se van a repartir previsiblemente un pastel que seguro que acabará siendo muy jugoso, pero que me da a mí que no va a cambiar mucho las cosas, al menos en esa foto de quién va a dominar el mundo de la tecnología en los próximos 10 o 20 años.
Lo que sí espero es que la IA efectivamente acabe demostrando que servía para algo práctico e importante que cambie el mundo de aquí a cinco años. Yo soy optimista y Linus también, así que parece que es cosa hecha.
Nos leemos en cinco años, queridos lectores. A ver qué ha pasado para entonces.
Aplicaciones tipo NotebookLM basadas en «IA» sí me parece que puedan ser útiles para muchos perfiles profesionales y seguramente mucho software que usamos a diario (navegadores, IDEs, ofimática, etc) acabarán incorporando funciones de ese tipo: mete a la «IA» en un redil de información y que sólo trabaje sobre eso. Ahí creo que Google ha sido inteligente tras su retraso inicial en este ámbito eligiendo un tipo de aplicación que sus competidores no han querido explorar.
Otro cantar son las aplicaciones basadas en la «IA generativa» o en lo que me gusta definir como «IA democrática» (que es aquella que sale a Internet a buscar información sobre lo que le preguntas, por tanto sus respuestas se parecen más al comodín del público de 50×15 que otra cosa), donde creo que el impacto no va a ser tan real como publicitario, salvo para perfiles profesionales muy concretos.
El primer tipo de aplicaciones basadas en «IA» serán las que de verdad influirán en cómo trabajamos mientras las segundas creo que sobretodo al principio sufriremos su mal uso como ciudadanos.
Sí. De todo habrá, y efectivamente algunas serán un juguete y otras serán realmente útiles. Pero hoy por hoy hay demasiado marketing. Como tú dices, demasiada IA democrática.
*Hype» podría traducirse como expectativa o bombo.
Correcto. Gracias Julio. No acaba de sonarme tan bien, pero sí, esa sería una buena opción. Saludos.
Puffff,
Yo he visto demasiadas veces Terminator y demás pelis para que me de mucho miedo ese futuro a 5 años. Lo que tengo claro, es que de momento, no voy a ayudar a entrenar la IA con mis preguntas. Paso, que lo hagan otros.
Y sobre todo, viendo estas cosas que comenta Lince:
https://youtu.be/NM8C7wYtIlk?si=CzIUtd-fvD7TWRY_
«Hay demasiado hype —no hay una traducción adecuada para este término—»
Aunque no haya un término exacto, sí se puede evitar el anglicismo. Aquí dan algunas ideas: https://www.fundeu.es/noticia/tiene-alternativa-en-espanol-el-anglicismo-hype/
Cierto Triskel, gracias por el apunte. «Expectación» es el claro candidato, pero de momento lo dejo así que es como muy cool. Ya me entiendes 😉