Tecnología

Malditos audios de WhatsApp

Puede que Alexander Graham Bell inventase el teléfono, pero cuando las llamadas comenzaron a utilizarse, nadie sabía muy bien qué decir al descolgar. Bell apostó por un peculiar e informal «Ahoy!» («¡A la vista!»), y algunos propusieron que la respuesta inicial fuera «¿Qué se requiere?», pero fue Edison el que acabó impulsando el uso del «Hello?«. Aquel invento maravilloso acabaría convirtiéndose en el medio de comunicación que revolucionó el mundo. Fue WhatsApp (y Messenger, y FaceTime) antes de que existiera WhatsApp.

Y como ocurre ahora, la gente acabó usándolo de forma un poco exagerada. Que me lo digan a mí. Hubo una época de la vida de mi hermana Bea en la que ella no tenía padres ni hermanos: tenía telefonistas. La recuerdo recibiendo llamadas a todas horas. Era demencial. Su uso del teléfono era absolutamente desproporcionado, pero sobrevivió a aquello y nosotros también. Y la seguimos queriendo.

No sé si ahora la querría si empezase a mandarme audios de WhatsApp.

Lo cierto es que el 7 de agosto de 2013 fue un día terrible para muchos de los que usamos esta plataforma. El servicio anunciaba que desde ese momento cualquiera podía enviar mensajes de audio (audios, notas de voz, como queráis llamarlos) de forma sencilla.

Aquello, me guste o no, causó furor. Y lo hizo porque a mucha gente ni le gusta teclear —uf qué rollo con las teclitas—, ni le gusta llamar —uf qué rollo tener una conversación en la que no tener tiempo para poder pensar lo que voy a decir—. Así que en lugar de eso, se pusieron a mandar mensajes de voz en un modo walkie-talkie supervitaminado. Uno que te permitía grabar un mensaje larguísimo que luego el receptor podía escuchar (o no) cuando quisiera. Pero tú ya habías dicho lo tuyo.

En marzo de 2022 los responsables de WhatsApp indicaron que por entonces se enviaban 7.000 millones de mensajes de voz al día. Siete. Mil. Millones. Al. Día. Son muchos sí, pero hay que tener en cuenta que en 2020 se enviaban 100.000 millones de mensajes de texto al día en WhatsApp.

Lo cierto es que no me extraña, porque los mensajes de voz logran algo que nos encanta: hacernos la vida más cómoda a nosotros, y a la vez —cosa que también le encanta a otra mucha gente— hacérsela más incómoda a los demás. Nos dan el poder en la conversación: no hay nadie que nos interrumpa, como en una llamada, y el que los recibe se tiene que tragar todo el mensaje si quiere enterarse de qué es lo que queríamos decir. Lo de que nos dan el poder es aún más cierto en China, donde enviar mensajes de voz es casi un símbolo de statu social: es como decir «obviamente estoy más ocupado y soy más importante que tú». Lo decían en Quartz hace unos años, y creo que esa sensación ha acabado la que muchos tienen al usarla también aquí, en esta Españita nuestra de profesionales de la dialéctica.

Yo odio los audios de WhatsApp y tengo una visión clara de lo que pasa en la mente de quien manda esos mensajes. Seguro que no pasa en todos los casos, pero hay personas que estoy convencido de que después de grabar un mensaje de 4 minutos y enviarlo piensan «Te jodes». También estoy seguro de que luego oyen el mensaje que acaban de grabar, orgullosos de su voz y de la gracia que tienen. Y luego, tras terminar, vuelven a pensar «Lo dicho. Te jodes».

Que no será todo el mundo, insisto, pero para mí los audios de WhatsApp los manda gente egoísta y sin empatía. Gente que solo piensa en ella misma y no se ha parado a pensar que igual están molestando al otro, que no dice nada por educación. Que sí, que puedo oír tu mensaje de cuatro minutos más tarde, pero es que no mucha gente usa WhatsApp en diferido. Les llega un mensaje y lo leen o, en este caso, lo escuchan. Y mientras que un mensaje de texto se puede revisar muy rápido, los audios de WhatsApp no. Y lo de acelerarlos a 1,5x o 2x está bien, pero te obligan a concentrarte demasiado en oírlos. Exigen demasiado del receptor. Con los mensajes de texto uno no se suele enrollar tanto, y como cuesta escribirlos —porque efectivamente cuesta—, la gente optimiza el esfuerzo y sintetiza. Si puedes escribir en 10 palabras lo que quieres en lugar de usar 20, vas a usar 10 la mayoría de las veces. Seguro. Lo de sintetizar en los mensajes de voz como que no se lleva. Ahí más bien des-sintetizas.

Obviamente es más cómodo para ellos hablar sin más, pero es también evidente que hacen perder más tiempo a la gente. Y si quieren enviar un mensaje sin teclear, existe el dictado de voz, que está soportado en WhatsApp y que permite que todo lo que dices se transcriba automáticamente y se convierta en texto. No es nada popular y creo que no funciona de forma tan óptima, pero sería para mí la opción «generosa» de los mensajes de voz.

Los mensajes de voz tienen ciertas ventajas adicionales que son razonables. La primera, que ciertamente pueden ser útiles si por ejemplo tienes que mandar un mensaje mientras vas de un lado a otro. La segunda, que permiten transmitir mucho mejor la emoción asociada al mensaje. El texto plano no ayuda en eso, así que ciertamente un mensaje de audio es más cercano. Hasta ahí todo bien, pero es que hemos corrompido esa opción para usarla en demasía.

Pero igual no necesitamos cuatro minutos de cercanía. Igual con un minuto valía. De hecho, el otro problema de los mensajes de voz es que a la gente le encanta enrollarse. Me pasa a mí escribiendo, así que imaginad a la gente hablando. Nos lo pasamos tan bien (casi siempre) haciéndolo que el tiempo pasa en plan Interstellar. Tus cuatro minutos mientras grababas el mensaje a ti probablemente se te han pasado en un suspiro, pero igual al que los escucha se le pasan como horas y horas.

Pero es que como decían en El Confidencial hace años, estamos ante uno de los grandes debates de nuestro tiempo. Uno que junto al de la pizza con o sin piña o la tortilla de patatas con o sin cebolla sacude los cimientos de nuestra civilización y separa a la gente que tiene razón de la que no. Pues con los audios de WhatsApp ocurre lo mismo. Son el polarizador definitivo. O los amas, o los odias.

Hay gente que se comunica así con sus contactos, sobre todo entre esas nuevas generaciones tan prometedoras, y hay gente que directamente deja claro que no lo hará —»si me mandas un audio de WhatsApp, no voy a oírlo» es un clásico ya—, pero es que insisto, para mí eso es lo normal: son intrusivos a más no poder. Estoy trabajando y escuchando música en el ordenador, y de repente llega un mensaje: tengo que parar la canción, oir el maldito mensaje y luego volver a la pestaña del reproductor y continuar la reproducción. Y puede que ese no sea el caso. Puedo estar en el metro, con mucho ruido alrededor, pero da igual: tengo que escuchar tus malditos cuatro minutos de mensaje de audio. Como decía un chico en un estupendo artículo sobre el tema en The Ringer, «No me gustan las fiestas sorpresa, y estos fragmentos de voz son como microfiestas sorpresa que no voy a disfrutar».

Afortunadamente hay una pequeña luz en este oscuro túnel. Ya existían formas externas de hacerlo, pero ahora se acaba de descubrir que WhatsApp está a punto de lanzar una función que permitirá transcribirlos. Maravilla de las maravillas. Ya podéis mandarme todos los audios de WhatsApp que queráis, queridos y queridas, porque probablemente no voy a escuchar ni uno solo.

Ahora solo falta una cosa para que WhatsApp sea realmente prodigioso en esto. Solo necesitamos que además de transcribir esos mensajes de voz, WhatsApp nos haga un resumen a lo ChatGPT con el contenido del mensaje. Y ya puestos, que responda solo a ese resumen. Pero que lo haga con un texto de 1.000 palabras que sea enrevesado a más no poder y que termine como sólo puede terminar.

Te jodes.

Image | Benzoix

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13 comentarios en “Malditos audios de WhatsApp

  1. Fer dice:

    Para mi lo ideal sería una IA que mande lo que le dicto como le de la gana, y luego que se hablen entre ellas (las IA) y a mi que me dejen en paz. Cuando hayan llegado a un consenso, que me hagan un resumen.

  2. mk360 dice:

    Estoy entre los que los penalizan y la gente que trata conmigo lo sabe. Total ¿que quieres que tu oficio salga pronto o que te respondan respecto a una resolución determinada? Bueno, o lo escribes o te jodes. ¿Que eres un pedazo de amigo y quieres saber como está este amigo? Bueno, o lo escribes o esperas eventualmente una semana para que te conteste y es que puede que incluso lo escuche, pero te responderé igual una semana después, por hueviar. Hay un par de personas que están más o menos exentas de esa regla, pero es básicamente porque tienen un privilegio otorgado a mi respecto. Ah y a la familia, según el caso, también se la penaliza jeje.

  3. Ocelan dice:

    Pues yo uso Transcríbeme para cuando me envían mensajes largos de audio en Whatsapp que además de transcribir lo que dice, lo resume, así que estoy bastante contento. Cuando es corto sí me lo trago, que es más fácil escucharlo que enviarlo a la IA para que haga su trabajo.

  4. Federico Bustamante dice:

    Apuntarme a mí también al odio de los mensajes de audio.

    Lo primero que hago es mirar el tiempo que dura y luego decido si lo escucho, y si es en un grupo ya sí que paso totalmente.

    Salvo que vea que se ponen a contar chistes. 🙂

  5. mk360 dice:

    Jaja, en mi caso, existiendo IA y todo para transcribir (claro que las tengo agregadas) sigo penalizando ? lo mando, leo la transcripción y luego no contesto, aunque ahí existe la posibilidad de que me entere de que es algo urgente y si lo haga… es un avance.

  6. Yo lo que hago es que miro lo que dura el que me llega. Y si supera lo razonable (digamos 20-30 segundos) llamo al que lo ha enviado y le digo que me lo cuente, que es más rápido.
    A base de hacer esto de forma minuciosa el número de audios que recibo es cada vez menor porque si hay algo más exasperante que recibir un audio de 4 minutos es recibir una llamada que no esperas (y menos aún si es para volver a contarle a quien te llama lo que le has enviado en un audio de 4 minutos).