Esta historia está basada en hechos reales.
—Otra vez se ha cortado la conexión —comentó Harry tranquilamente. Su paciencia bíblica le hacía tomarse esas cosas con cierta tranquilidad.
—¿Cómo quéee? —Preguntó Sally, algo más inquieta.
—Pues eso. Mira el iconito de red en tu Windows 10. Nada. Niente. Cero.
—Oye Harry, ¿qué está pasando? Llevamos desde ayer así.
—La verdad es que es un tostón.
Lo era. Harry y Sally, teletrabajadores desde hacía años —antes incluso de que la maldita pandemia planteara el mayor experimento de teletrabajo de la historia— dependían en buena medida de su conexión a internet, y si había problemas, los sufrían como las hemorroides. Aquello ponía en juego la proverbial capacidad de flow que tenía Harry, y también los nervios de acero papel de su querida Sally.
Algo estaba pasando los últimos días: trabajaban bien durante un rato, y de repente algo pasaba en su línea de internet en el miniresort burgués. Los avances que habían llegado a ese ejemplo clásico de la España de las piscinas parecían garantizar conexiones estupendas, pero por primera vez en mucho tiempo estaban sufriendo cortes continuos.
Harry lo tenía claro.
—No pasa nada, Sally, seguro que es una tos de nuestro operador, O2.
—Pues que se tome un caramelo de Halls ya, porque yo necesito currar, Harry.
—No te preocupes, tenemos las conexiones de los móviles, con nuestra cuota de datos, que de todos modos nunca gastamos ni de lejos, podemos ir tirando.
—A mí eso no me apaña. Yo quiero mi fibra. Ays. Anda Harry, llama a O2, que tú hablas súper bien por teléfono.
Así era. Harry tenía una capacidad estupenda para hablar con operadores y operadoras y explicarles el problema. Quizás porque se ponía un poco en su lugar y sabía que sus trabajos eran bastante horribles: se enfrentaban día tras día a todo tipo de gente con quejas y dramas personales. Total, que Harry siempre trataba de ir de buen rollo, así que hizo caso a Sally, que empezaba a ponerse violeta, y llamó a O2.
—Buenas, tengo problemas de cortes en la línea de fibra. Los datos en el móvil bien. He probado a resetear el router con el botoncito de encendido y apagado pero nada.
—Entiendo. Sí, los microcortes suelen ser síntoma de algún conflicto en la línea. Lo comprobaré… no, efectivamente no sincroniza el router. Perfecto, puede probar un reset completo con un clip, quizás con eso se resuelva el problema. Mientras no se resuelva el problema, por cierto, le activo datos ilimitados en sus dos líneas móviles, tanto la suya como la de su mujer.
—Ah, estupendo, gracias. Voy a probar eso del reset, no se retire.
Harry probó. Cogió un clip que Sally tenía organizado en la C (de Clip, claro) y reseteó el router. La línea parecía volver a funcionar.
—Ah pues todo bien —le comentó Harry a la operadora—, estupendo, gracias.
—De nada, buenos días —contestó amablemente la operadora. Después colgó.
A los cinco minutos, otro corte. Sally empezaba a echar espumarajos por la boca. Bueno, no, pero Harry se la imaginaba así.
—Harry, deja de imaginar que estoy echando espumarajos, que nos conocemos —le dijo tras mirarle un segundo y adivinar sus pensamientos—. A ver, guapito de cara, esto no pirula, se nos ha vuelto a caer la línea. Llama otra vez, que para eso eres el titular.
—Vaya tostón. Bueno, venga, allá voy. Pero solo porque veo los espumarajos asomando.
—Como asomen te aseguro que te vas a enterar pero bien.
Harry, temblando, marcó de nuevo la rellamada en su Huawei P30 Pro. Tras explicarle a la operadora la llamada anterior, esta nueva anotó el problema y le dijo que no se preocupase, que pasaba aviso al equipo y que le llamarían. «Igual le cambian el router», explicó. Y colgó.
Aquel día transcurrió sin muchas más novedades. Después de trabajar y de hacerse 200 largos en la piscina del miniresort Harry comprobó que la conexión volvía a cortarse. Qué raro. No podían ver ninguna serie en Netflix. Vaya gaita. Bueno, pues a leer ‘La fundación’ y a dormir, se dijo.
Al día siguiente, más de lo mismo. La conexión fue mal casi desde primera hora, y Sally, aún sin espumarajos, le recordó a Harry que lo del matrimonio era en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y con internet y sin internet.
—Harry, pero mejor con internet. Llama, anda, maridete mío.
Harry volvió a llamar. «Mire, operadora, es mi mujer, que me obliga, yo no quiero ser pesado», quiso decirle a la operadora. Pero resulta que no lo hizo por doble partida. Primero porque no era operadora, sino operador el que le atendió. Y segundo porque Sally estaba al lado, vigilando sus palabras. Harry se conocía el percal, así no quiso tentar a la suerte y le dijo:
—Mire, operador, siento ser pesado pero es que seguimos sin internet y ya sabe lo de los matrimonios, en la salud y en la enfermedad…
—… y con internet y sin internet, sí, ya me lo sé —cortó el operador, que no parecía estar para muchas fiestas—. A ver, voy a volver a dar aviso al equipo técnico, efectivamente su router no sincroniza.
—Es lo que le estoy diciendo. Que no pirula. Trabajo con mi mujer en casa y…
—¿TRABAJA CON SU MUJER EN CASA?—cortó de nuevo el operador, esta vez con un tono distinto, como de alerta.
—Sí, los dos en nuestro despacho, en un miniresort burgués. Juntos pero no revueltos, los dos con cosas de informática.
—¿EN LA MISMA HABITACIÓN?—el tono del operador cambió por completo—. Dios mío, ¿por qué no me lo ha dicho antes? Ahora mismo procedo a activar la prioridad para este caso. El equipo técnico se pondrá en contacto con ustedes. Disculpe las molestias y suerte— . Eso último le pareció a oír a Harry, que le preguntó al operador por esa despedida.
—¿Suerte con qué?
—Con todo, amigo mío. —Dijo el operador con un rollete cómplice que Harry no era capaz de captar. Colgó y ahí estaba Sally, vigilante como era de esperar.
—¿Qué es eso de la suerte, Harry?
—No, no, eso creí haber oído yo. El operador me ha dicho que qué fuerte que se nos corte la fibra en agosto. Que era súper-súper fuerte.
—Ajá —contestó Sally, poco convencida.
El caso es que siguieron tiraron de datos de móvil mientras sus niños, felices en el salón, jugaban a Minecraft porque, total, no podían ver ‘Stranger Things’ ni vídeos de Youtubers haciendo slime (Harry había descubierto que eso era el blandiblub de toda la vida) o jugando con fidget toys.
El día transcurrió igual otra vez. La conexión iba y volvía, así que Harry se hizo 400 largos más en la piscina y luego leyó un poco más de la trilogía de la Fundación antes de acostarse. Empezaba a echar de menos sus series nocturnas con Sally.
El tercer día la cosa no se solucionaba tampoco. Pareció ir mejor durante casi toda la mañana, pero los microcortes volvieron a condenar su jornada durante todo el día. Más llamadas, «oiga, que no nos hacen ni caso», comentaba Harry con una paciencia algo menos proverbial. Los operadores lo comprendían y se disculpaban, pero no acababan de ofrecer soluciones. Era viernes, así que Harry no esperaba gran cosa.
Lograron sacar la jornada adelante con los datos móviles y al terminar de trabajar pensaron que igual el problema no era de O2. Sally, observadora como pocas, lo dijo primero.
—Harry, igual el problema no es de O2.
—Me lo has quitado de la boca, Sally. Justo estaba pensando que cada vez que se ha cortado la línea…
—… es cuando más o menos los niños han querido ver la tele o encender la consola en el salón.
—¡Eso es! Yo también lo había pensado, pero quería que lo dijeras tú primero porque ya sabes que las damas primero y además eres mi mujercita y TALT.
—Yo también TALT Harry, pero no seas avispillas. Bueno, hoy ya no tengo fuerzas que llevo dos operaciones a corazón abierto y tres encajes de bolillos —lo que básicamente significaba pasos a producción súper delicados— así que mañana lo miramos.
Así fue. Al día siguiente, descansados tras dormir como lirones, se pusieron manos a la obra. Sally encendió su equipo en el despacho y comprobó que había fibra y todo funcionaba perfecto. En el salón Harry estaba preparado para ir desmontando todos los aparatos y cables (y temblando ante esa posibilidad), pero se le ocurrió una idea.
—Sally, en lugar de desmontarlo todo e ir conectando, voy a ir desmontando poco a poco y vamos comprobando si sigue habiendo línea.
—Ah, mucho mejor, maridete. Bien pensado.
Harry se puso manos a la obra. Lo primero que desconectó fue el Xiaomi Mi TV de la tele del salón. Encendió la tele y, con Sally en el despacho, la avisó en modo fontanero.
—SALLY, ¿FUNCIONA?
—NO HARRY, SE HA PIRADO LA CONEXIÓN.
El Xiaomi Mi TV no era. Harry lo dejó desconectado, volvió a apagar todo y reinició el router. Cuando volvió a tener línea tuvo, además de datos con fibra, un flash. Una revelación. Un momento Eureka. Fue a ver a Sally.
—Espera Sally, que me da que ya sé lo que es.
Sally, inquisitiva, se preguntaba cómo era posible que su maridete hubiera deducido el problema antes que ella. No solo lo pensó, sino que se lo preguntó.
—¿Has deducido la solución al problema antes que yo? No puede ser.
—Ya verás, maja.
Harry fue al salón y una vez más puso el modo fontanero ON.
—SALLY, ¿FUNCIONA?
—POR AHORA SÍ HARRY
Harry desconectó otro aparatito de la tele. Encendió la tele de nuevo. Esperó.
—SALLY, ¿FUNCIONA?
—SÍ HARRY. ¿HAS DESCONECTADO ALGO?
—VEN ACÁ PACÁ Y LO VES —Harry estaba totalmente metido en el modo fontanero.
Sally apareció a los dos segundos. Harry, ante ella, sostenía el culpable del problema.
—¿En serio? ¿Ese era el problema?
Así es. Harry había desconectado el pequeño receptor de Broadlink que había comprado para poder controlar la tele del salón a través del móvil. Recordaba haber escrito una historia sobre el aparatito, que le había parecido el mejor cacharro que había comprado en todo 2020.
Pues resulta que ese cacharro estaba tirando la conexión a internet cada vez que los niños encendían la tele. Cuando lo hacían se encendía el cacharro (que estaba alimentado por uno de los puertos USB de la tele), y por alguna razón la conexión WiFi del cacharro debía provocar un caos total en el router de O2, que acababa cortando la conexión y dejándoles a todos sin internet.
Sally no acababa de creérselo.
—¿En serio?—repitió —¿EN SERIO? —dijo activando el modo fontanero sin querer.
—Sí, Sally, sí. Este cacharrito nos ha tenido en jaque tres días. Ale, a la basura que va. Bueno, voya ver si puedo resetearlo de fábrica primero por ver si ha sido alguna actualización hardware rara pero vamos, que le den morcilla.
—Ay mi Harry, si es que eres un crack. Ole.
Y tras mirarse con ensoñación, se bajaron felices a la pisci. El misterioso caso de los microcortes de fibra de O2 había sido resuelto.
The End.
Jolín. Menuda murga que puede dar de sí un aparatito de marras xD
En mi caso, yo cruzo los dedos, porque la cantidad de aparatejos conectados a la red es de aúpa. Mientras todo vaya, ok…
🙂
Esto me ha recordado el caso de una compañera mía, a la que un flexo de escritorio le provocaba interferencias con los auriculares de cable del portátil. Igual, hasta que averiguaron qué era, se estuvo acordando de Graham Bell y herederos con un completo repaso del árbol genealógico, los auriculares nos son imprescindibles porque tenemos el sistema de telefonía de la empresa por ordenador, así que hablar con los compañeros cuando trabajaba desde casa era un suplicio.
¡Malditos flexos!
Yo recuerdo también volverme loco porque se caía la wifi del salón de la casa, y despues de conectar y desconectar todo lo habido y por haber, resultaba que un pequeño transmisor bluetooth 5.0 era el que interfería la wifi de la casa. Un carajal tremendo…
Por cierto, me comentan que es raro, pero se puede dar: los aparatos microondas tb pueden interferir con las ondas de la wifi… Imaginaos.
Tengo también ese «aparatillo» y desde que cambié a una red mesh está sin poderse conectar, aunque la red sea 2.5 GHz. Una lástima porque le sacaba bastante jugo para algunos aparatos de la sala común.
Vaya toalla con el cacharritos fríewifis
¿Hasta qué punto estás seguro de que se trata de un fallo del aparato y no de un fallo tuyo de configuración? Yo también tengo dicho aparato y O2, y no tengo ninguno de esos problemas que comentas …
En serio? Es necesario un aparato para poder controlar la tv con el móvil?
Eso se llama mando a distancia y está específicamente diseñado para esa función. Mas rápido, más eficiente, más económico, más todo que el móvil.
Y encima, suelen poder controlar muchos más aparatos.
En fin….
Para controlarlo desde otra habitación distinta. Lee el post del enlace y lo comprenderás.
A mi me pasó algo parecido estos días. Tuve que tele-trabajar desde casa de mis padres. Todo más o menos bien, hasta las 2 de la tarde que la conexión se cae.
Después de mirar y remimar fue una conjunción de problemas:
1. Router de operador con solo con red 2.4 (así que la conexión debía ser de 300mb, pero era de menos de 40).
2. Smartv comprado en la gran superficie con instalación incluida, al encenderse saturaba la red. Solución, comprar un cable de 30 centímetros para conectar la tele por ethernet al router.
Me hubiese gustado poner un router decente con QoS y MESH, pero… ya era más complicado.
Una cosa es que parezca que funciona, y otra diferente es que funcione. Mis padres llevaban con esa configuración mucho tiempo y cuando notaban problemas (si los llegaban a notan) reiniciaban el router y listo.
Lo que no me explico es porque conectaron la televisión por wifi, es más complicado que hacerlo por cable.
Carallo, vaya problemas más raros que dan los cacharritos.
Pues he de decir que yo soy otro con el mismo problema que comentas. Hasta agosto ha funcionado perfecto y de pronto los problemas que comentas con la conexión. Además, como llevo un log con las caídas de conexión puedo saber que fue exactamente el 1 de agosto cuando empezó a fallar. Esto unido a las otras experiencias que he visto en Twitter me hacen pensar muy intensamente que algo ha cambiado en el firmware del aparato ese día y que se ha actualizado solo. Lo que me descoloca es cómo un aparato WiFi puede hacer caer al router. Me queda probar si el mismo problema sucede con el resto de routers (mañana pienso hacer la prueba con otro modelo) porque la verdad, me gustaría poder seguir usándole. Es un chisme que me resuelve muchos problemas y que ha dado una nueva vida a algunos aparatos que tengo en casa.