Hace unos días recibí un correo desde la agencia de prensa de Kaspersky Lab. La firma nos invitaba a unos cuantos medios y empresas a ver “Los vengadores: La era de Ultrón” en Kinépolis, y lo hacía además con un completo: palomitas y refresco incluidas para el invitado y su acompañante.

La convocatoria tuvo un éxito arrollador, pero claro, no es lo mismo que a uno le inviten a un desayuno de prensa con una presentación de producto más o menos curioso, y otra muy distinta que te inviten al cine. La sala 25 de Kinépolis estaba a reventar, triunfada para reforzar la imagen de marca (inevitable que a uno le quede la impresión de qué majos son los de Kaspersky Lab) que además tuvo el detalle de no contarnos historias: un minimensaje de 1 minuto fue todo lo que vimos antes de pasar directamente a la peli. (No hay spoilers)

Que es una auténtica película de palomitas. Entretenida, con pocos momentos para tomar un respiro y con una historia decente. Los efectos especiales son alucinantes, pero empiezo a tener mis serias dudas sobre si ese protagonismo de los efectos no distorsiona todo lo demás. Y en todas las batallas y peleas, un denominador común: es imposible que uno se entere de nada. La velocidad a la que transcurre la acción es tal que simplemente asumes que Scarlett es más peligrosa que Mayweather o Bruce Lee, que el Capitán América conduce motos mejor que Pedrosa o que Iron-man puede básicamente con todo lo que le echen.

¿Lo mejor de la peli? Para mi, curiosamente, el humor. Hasta Thor mostró su vena graciosa -parece que los dioses de Asgard le van pillando el truco a las bromas humanas- y los chascarrillos que unos y otros lanzan. Bien por los nuevos superhéroes, bien por el súpermalo (muy logrado, la verdad) y bien por esos guiños al trabajo en equipo de unos Vengadores que eso sí, no parecen muy unidos por la amistad.

Sea como fuere, comentaba con mi amiguete Juanky, con el que fui, cómo ésta era una época dorada para los superhérores. Cuando leíamos cómics de Marvel en los 80 muchos pensábamos lo genial que sería verles en el cine como entonces veíamos tímidamente a Superman, y sin embargo aquel momento no parecía llegar.

De un tiempo a esta parte la historia ha cambiado radicalmente. Raro es el año que no tenemos dos o tres superproducciones que han hecho de Marvel Studios un gigante del entretenimiento en cine, y la cosa ahora ha ido alcanzando también el mundo de la televisión.

Las series sobre superhéroes son legión. Acaba de estrenarse Daredevil -que aún no he catado-, y luego están otras como Arrow, Flash, Supergirl (por estrenar). También tuvieron su momento Heroes –de las primeras que descubrí en mi afición por este tipo de contenido, y que fue de más a menos, qué pena como se estropeó-, una eterna Smallville (10 temporadas, y jamás la vi, lo reconozco), las aventuras de Lois y Clark (curiosilla) o series legendarias que mejor no ver ahora  como “El gran héroe americano” de principios de los ochenta -y de la que por lo visto están preparando un nuevo piloto-. A las que se añaden otras que tiran de ese principio de gente con superpoderes como Alphas -cancelada tras dos temporadas-, Misfits, No ordinary family (una temporada), Los 4400 (tres temporadas) e incluso Chuck, aunque este espía simpaticote quizás no entraría en esta categoría.

Pero es el mundo del cine el que mejor está aprovechando ese tirón, y como decía cada año tenemos tres o cuatro superproducciones que se han convertido en filón para los estudios de Hollywood y para unas Marvel y DC que se han encontrado con un tesoro entre sus manos. Warner Bros. ya anunció hace unos meses su hoja de ruta para los próximos cinco años con 10 nuevas películas en colaboración con DC (a las que se añadirán algunas más independientes de Batman y Superman, pero yo no he sido nunca de DC), mientras que Marvel hizo lo propio poco después y dejó claras cuáles serían sus apuestas para los próximos años.

En el caso de Marvel parece que las cosas son ambiciosas y quieren crear un “universo cinemático” -la imagen lo explica mejor, pero las tres fases están también bien explicadas en ese enlace a la Wikipedia- en el que todas las películas están al final interrelacionadas y tienen ciertos nexos tanto temporales como entre sus personajes. Aquí hay cabida para superhéroes más y menos atractivos para cada cual (a mi la peli del hombre hormiga me parece un “Cariño, he encogido a los niños II“), pero es evidente que habrá de todo y para todos. En esos esfuerzos hay muchos, muchísimos intereses comerciales: Marvel Studios (que es de Disney desde 2009) empezó a licenciar personajes para que otros estudios de cine hicieran las pelis pero vieron que la pasta estaba en la producción propia, y precisamente eso es lo que están haciendo ellos, mientras que los acuerdos entre distribuidoras harán que poco a poco haya guiños a personajes de Marvel que están fuera de su “universo” para que aparezcan. Lo que está claro es que tenemos pelis de superhéroes para rato. Ahora queda por ver si la época dorada de los superhéroes no se nos acaba por atragantar, porque como en todo, hay pelis buenas, menos buenas, malas, y lamentables.

Y en esos dos últimos grupos metería casi todas las de Spiderman. Pete merecía algo mejor. Por dios, recuperad a Spidey.