Hace unos días Joel Spolsky -cada vez más célebre en el mundillo tecnológico- publicó un artículo en su blog llamado, sencillamente, Lunch (comida). La reflexión era una de esas tontadas que, no obstante, generan mucho debate. Se trataba de valorar si cuando uno come en el trabajo debe comer con sus compis de trabajo o no. Spolsky contaba su experiencia, y defendía la idea de que lo de ‘forzar’ las comidas entre los compañeros era lo más adecuado para fortalecer las relaciones entre el equipo, además de integrar a las nuevas incorporaciones que van llegando y que de otro modo pueden optar por quedarse fuera del grupo por timidez, por la actitud del grupo, o por una mezcla de ambas cosas.
El blog de Spolsky no permite comentar -curioso-, pero el debate se trasladó a Hacker News, donde decenas de lectores defendían y criticaban por igual los comentarios del autor. No he llegado a leerlos todos, pero había algunos realmente lúcidos. Por ejemplo: ¿debemos considerar la hora de la comida en el trabajo como tiempo de trabajo, o como tiempo libre? Por lo que yo sé, ese rato es tiempo libre, y por tanto uno debería poder hacer lo que quisiera con su tiempo a la hora de comer. Trabajar más y comer un sandwich, irse a comer al Ritz con el jefe, o comer un menú de 8,90 con los compañeros con los que realmente se lleva bien.
Seguramente Spolsky tenga las mejores intenciones del mundo: integrar a los nuevos lo antes posible, tratar de relajar posibles tensiones, y hacer que haya el mejor feeling posible. Pero es que en este tema entran demasiados factores en juego. Hay gente que tiene amigos en el trabajo – o casi- y por lo tanto puede disfrutar de las comidas con ellos. Otros muchos, creo yo, separan de forma clara su vida profesional de su vida personal, y mezclar una y otra no está entre sus objetivos. Así que forzar a esas comidas de trabajo es, creo yo, erróneo. Que cada uno haga lo que quiera con ese tiempo libre, ¿no?
Disclaimer: yo teletrabajo, así que hace tiempo que no tengo que enfrentarme a ese pequeño dilema, pero si estuviera en la posición de Spolsky, dudo que forzara a esas comidas de empresa. Puede que ayuden, sí, pero también pueden hacer que las tensiones que ya existían crezcan. Uf.
(Disclaimer: este es un borrador rescatado de nada menos que mayo de 2011 que me ha parecido curioso. Ahí queda).
que te obliguen a comer con gente con la que no quieres estar, que siempre hay algun indeseable que por lo general suele ser el «lider» del grupo y al que los demás como borregos siguen, no es la mejor opción.
Esto es algo sólo aplicable a empresas tecnológicas.
En otro tipo de empresas (administrativos, o servicios) este concepto de socializar en el almuerzo, o incluso el almuerzo mismo es inaceptable desde el punto del vista del empresaurio.
Apoyo la opinión de que la hora del amuerzo es tiempo libre, y como tiempo libre uno debería poder elegir que hacer con él. Mi experiencia y lo que suelo aplicar mayormente es comer solo, me distrae, puedo pensar tranquilo sin sentirme forzado a entrablar conversación, aunque hay días donde me nace comer con compañeros que me agradan o me siento en confianza para tocar temas fuera del común laboral, lo importante acá es el poder elegir.
Por experiencia propia trabajando con equipos en USA, su concepto de la hora de la comida es algo diferente al nuestro. En su caso, lo toman como parte del horario de trabajo (quitando el tiempo que gastan en bajar a por un sandwich o lo que vayan a comer) y utilizan ese rato para que alguno de ellos dé charlas técnicas o temas así. A mí me resulta bastante raro ver a todo el mundo comiendo mientras otro suelta un speech, pero será cuestión de mentalidades.
En nuestra tierra la comida se trata como un evento más dedicado, y por lo tanto se tiende a considerar más «tiempo libre».