Hemos tenido semana interesante de lecturas sobre Google, sobre todo por el hecho de que hace 10 años, un 19 de agosto de 2004, la empresa hacía su debut en la bolsa norteamericana. Su marcha desde entonces ha sido prodigiosa, y como comentaban en The Wall Street Journal solo 10 valores superan el crecimiento de Google (entre ellos, una aún más prodigiosa Apple). Las acciones de esta compañía han crecido un 1.294% en valor, así que si hubieras invertido 1000 dólares en aquel momento, hoy tendrías casi 13.000 en caja. Ahí es nada.
Pocas empresas pueden rivalizar con Google hoy en día en relevancia, y ninguna puede hacerlo en el mercado de las búsquedas. Ese es precisamente el motivo de un fantástico artículo titulado ‘As Google Builds Out Own Content, Some Advertisers Feel Pushed Aside‘, también en el WSJ, en el que se analiza cómo las búsquedas de Google, el estándar de facto en la industria, se han ido transformando a lo largo de estos años y, sobre todo, ha afectado al propio negocio publicitario.
Uno podría pensar que el paso del tiempo sólo podría hacer que el buscador mejorase. Que fuese más preciso, más rápido, y más potente. En realidad todo eso es cierto: Google se está convirtiendo en un sustituto no solo de nuestro pasado, sino casi de nuestro futuro. Exagero un poco, sí, pero ese es el reto que quiere superar la empresa con Google Now: adivinar lo que buscamos y presentárnoslo antes siquiera de que nos diéramos cuenta de que lo necesitábamos.
En el camino, no obstante, se han olvidado de aquel mantra del ‘Don’t be evil‘ y se han convertido en una empresa de la que es imposible no sospechar. Es inevitable no enlazar a otro texto publicado esta semana, esta vez en The Atlantic, en el que el autor, James Carmichael, juega con un titular algo amarillista pero no por ello del todo falso: ‘Google Knows You Better Than You Know Yourself‘. Google escruta todo lo que sabe de nosotros para extraer ese conocimiento y, como decía, adelantarse a nuestras necesidades (o intentarlo), y al hacerlo ha vuelto a hacernos reflexionar sobre el equilibrio entre nuestra privacidad y nuestra comodidad. Ésta última suele ganar (¡pipi!), pero algunos tratamos de resistir mínimamente a una tendencia que parece inexorablemente atada a nuestro futuro.
Todos esos avances de Google no son gratuitos, claro: el buscador de Google es su principal fuente directa e indirecta de ingresos gracias a la publicidad. Y para comprender mejor esa importancia del buscador, atentos. La evolución de cómo Google presenta los resultados es especialmente espectacular, y precisamente la analizan en el artículo antes mencionado del Journal (el segundo), en el que se han currado una imagen para mostrar las diferencias entre cómo se mostraban los resultados en 2002 y cómo se muestran ahora. Por favor, pinchad en la imagen para verla completa y entenderéis el motivo de este post
Si os fijáis, Google ha ido reduciendo la presencia de resultados orgánicos y naturales para dar notoriedad total a enlaces patrocinados o, como poco, a contenido de Google que también hace que acabemos dándole más información (o dinero, vía publicidad) a esa infinita tela de araña que la empresa ha tejido sin que nos enteremos. O más bien, mientras nos enterábamos y éramos de lo más felices con ello.
A todo eso se añade varios elementos más, como sucede por ejemplo con la personalización de los resultados -de nuevo, basándose en lo mucho que Google sabe de nosotros-. En The New York Times tocaban también el tema de refilón recientemente con un artículo igualmente curioso que destacaba los términos de búsqueda «no globales» (todo el mundo busca a Cristiano Ronaldo o a Kim Kardashian, por ejemplo) que se utilizaban en distintas zonas de Estados Unidos. En las zonas «ricas» los términos más buscados eran «elph» o «jogger«, mientras que en las «pobres» se buscaban cosas como «free diabetic«, «antichrist» (toma ya) o «38 revolver«. Y eso es una demostración más del poder que puede tener la información que obra en manos de Google y que le permite extrapolar datos importantes a nivel geográfico y demográfico, por ejemplo.
Y en estas estamos. Con un buscador que se ha convertido en parte esencial de nuestras vidas y sin demasiadas alternativas convincentes. Bing y Yahoo! plantean el mismo dilema, y DuckDuckGo, a pesar de ser una opción curiosa, sigue estando algo verde, se olvida de ciertas opciones (la búsqueda por fecha con el argumento sort:date es pobre) y presenta los resultados en un orden de relevancia que no me convence.
Me da a mi que tenemos Google para rato. Igual compro acciones, leñe.