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Javi a los 9

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Yo sé que todos los padres lo piensan. Ya sabes, pitufo. Te dirán si les preguntan que sus niños son los más bonitos del mundo, pero es mentira. Tú eres el niño más bonito del mundo. Lo eras hace tres años, en mi última carta (debería hacerla mucho más a menudo) y lo sigues siendo ahora. Más aún, de hecho.

No parece que hayan pasado tres años. Entonces contaba cómo te habías dado un chapuzón mágico conmigo y cómo ese recuerdo se me quedó grabado. Ahora ya sabes nadar mejor, y lo has logrado solo copiándome y esforzándote. Ahora eres tú el que de cuando en cuando me quieres echar una carrera. Te tiras de cabeza perfecto, con estilazo de saltador de trampolín, y te pones a nadar, un poco atropellado. Yo no te dejo ganar, claro. Ya me ganarás siempre que quieras dentro de unos años, pero ahora es importante que sepas que eso tiene que costarte un poquito, aunque luego no te cueste nada y sea yo el que acabe resoplando mientras tú me sonríes.

Ahora soy yo el que sonrío dentro y fuera del agua. Lo seguiré haciendo cuando pierda, créeme, y me pasa que quiero que ese momento llegue cuanto antes, pero también quiero que tarde en llegar, porque eres tan bonito y tan precioso ahora que querría congelar todos esos momentos que nos das. Todo lo que nos regalas cada día.

De estos tres últimos años seguramente recordemos sobre todo lo mucho que has cantado. En demasía, que diría aquel. Eres un poco palicilla, mi pitufo, así que de cuando en cuando soltamos el inevitable «Javi, cállate ya», porque es que no paras. Estás en casa y cantas. Vas al baño y cantas. Sales a la calle y cantas. Vas al cole y cantas. Comes y cantas. Llegas a casa y cantas. Sin parar. Y lo haces súper bien, mi pitufo, así que ale, vamos a ver qué sale de aquí. A ver si acabas triunfando y nos compras un bajo con jardín.

Pero de estos tres años me quedo con muchas más cosas. Con esa melenaza que te dejaste y que de repente decidiste cortarte, de nuestros viajes de esquí -ya casi has hecho «clic»-, de nuestros viajes de vacaciones, e incluso de todas esas semanas de pandemia que aprovechamos para darnos un buen atracón de pelis de Marvel, por ejemplo. Cómo me gusta ver las pelis contigo y con Lucía. Cómo os vais turnando para poneros a mi lado, y cuando estás tú como eres más pequeñito y manejable, te acurruco aún más cerca y te hago cosquillitas en la tripita y te lleno de besos porque como bien dijo alguien, hay que dar todos los que uno pueda. Los besos, como el tiempo, no vuelven. Yo me lo sé bien, así que no paro de dártelos siempre que puedo. Te comemos a besos, mi pitufito, y me encanta que te dejes comer un poquito y nos des abrazos y besos también.

Lo de la peli que te decía antes es lo de menos. Estar ahí pegaditos ese rato. Eso es lo que cuenta. Obviamente si sale La Bruja Escarlata y tu adorada Elisabeth Olsen ya la cosa es la pera, claro, porque como la tienes en el pedestal absoluto de tus ídolos -Aitana no está lejos, y por cierto, cantas especialmente bien todas sus canciones- verla en acción es lo más de lo más. Luego empiezas a hacer peleas ficticias en todos lados, y por supuesto en casa. Haces ruiditos de efectos especiales mientras haces piruetillas como si estuvieras luchando contra Thanos y salvando al mundo. Mi bonito.

Qué especial eres, pitufo. Qué precioso. Cómo te preocupas por tu hermana y por tu madre, a la que siempre cuidas de una forma especial. Cómo sigues sorprendiéndonos con alguna expresión de catedrático de la lengua española, qué corrección, meu deu. Luego están las otras expresiones de las series de teenagers de Disney -ostras, menudo mundillo ese, menuda fábrica de famosos de dos años de duración con posible salto a Hollywood-, pero esas se te acabarán pasando, como tantas otras cosas.

Nosotros, eso sí, seguiremos tratando de capturar todos esos ratitos que nos das. Algunos los tenemos guardaditos gracias al móvil. Otros quedan en sitios más importantes. Como aquel chapuzón de hace tres años. Como esas pelis que vemos acurrucaditos. Como esos paseos al cole cogidos de la mano con nuestro gesto especial y nuestro juego de molestarnos con los pulgares. Como los abrazos por una tanda buena en esas clases de pádel que os convertirán en campeones del mundo (ja), o esos otros que nos dais por las noches subidos a la cama para darnos las buenas noches y de paso -bribonzuelos- conseguir unas onzitas de chocolate.

Quiero infinitos momentos más como esos, mi pitufo. No me canso de ellos, y no me canso de ti. Ni cuando cantas hasta debajo del agua, chipirón.

Te quiero 3.000 kilotes. Ya sé que tu a mí también, pero yo te quiero más. Te quiero infinito.

Felices nueve, mi vida. Te adoro.

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18 comentarios en “Javi a los 9

  1. Amazona dice:

    Me gusta leer tu parte más personal y familiar. Lejos de la tecnologia.
    Puesto que es delicado el tema ,, solo dire que me emocione con cada frase.

    Un besito, Javi.
    Tambien me sumo a la felicitación! Que disfruteis los 9!!

  2. Jose dice:

    Me ha encantado, de hecho me he identificado casi con todo, por desgracia mi chico tiene ya casi 17 y queda todo un poco lejano y con mis niñas de 11, hasta el verano pasado las vivencias eran muy parecidas, pero maldito el tiempo, es implacable y todo cambia…..

    Javi aprovecha y felicidades para tu peque.

  3. FRAN FRZ. ROMEO dice:

    Muy enternecedor.
    Nos representas a todos los que somos padres.

    Al final, los mejores recuerdos están guardados en la memoria.
    Lo malo es que tienden a ellminarse y no dejan pruebas.

  4. Lambda dice:

    Maravilloso! Al final son estas cositas las que valen la pena, añito a añito, más que cualquier otra cosa 🙂 Felicidades a tu hijo y a ti por darnos este texto con tantos fluffy, happy feelings :D!

Comentarios cerrados