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La increíble historia de los Ausdom B01 y los oídos de corchopan

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Por si no lo habíais leído antes, tengo un secreto terrible. Bueno, en realidad no es ningún secreto, y tampoco es tan terrible (o quizás sí). Tengo oídos de corchopan. Mi amigo Juanky, audiófilo confeso, dice que no, y que lo que necesito es un poco de entrenamiento. Pero él no lo entiende: da igual el equipo de sonido que me pongas: salvo que no me compares unos auriculares de Renfe con el sonido del Kinépolis a todo trapo, no voy a notar grandes diferencias.

Pero oye, yo intento entrenar. Intento apreciar el buen sonido. De verdad. Mi último intento ha venido con una compra muy reciente: quizás recordéis que hace unos días aparecía este espectacular incognichollo:

No conocía de nada la marca, y de hecho llevaba tiempo avistando unos buenos auriculares inalámbricos. Me había hasta pensado pillar los súper reputados Sony WH1000XM3 (240 euros ahora mismo, pero los vimos hace poco a 214) , pero me parecía un pastizal para invertir en mis oídos de corchopan.

Total, que cuando vi estos me dije: «Javipas, venga, 30 euros por poner a prueba tus oídos de corchopan no es mala inversión». Me mosqueaba la rebaja inmensa, me mosqueaba lo de que no conociera la marca y que no hubiera apenas análisis de ese modelo (aunque de algún otro), pero claro, que un producto de 179 euros bajara a 30 euros era demasiado goloso.

Total, que los compré.

Me llegaron hace una semana, y desde entonces lo he usado, pero tampoco de forma súper intensiva. Hoy, por ejemplo, he probado a llamar por el móvil con ellos puestos y mi interlocutora (mi madre, que tiene bastante mejor oído que yo) me ha dicho que ella me oía bien, pero con mi voz algo «hueca». Eso sí: ni un problema con la conexión, y el micrófono parece funcionar de forma bastante consistente aunque aquí un apunte curioso: no puedes usarlo si conectas los cascos por cable con el que se incluye en la caja (de minijack a minijack).

También he hecho otra prueba ineludible: ponérmelos para jugar al ‘Battlefield 1’. De primeras la cosa pintaba fatal porque no se oía nada. Es como si no funcionasen. Tras comprobar que estaban seleccionados en Windows y que no había nada raro en la configuración de juego, empecé a buscar en Google DuckDuckGo por respuestas y me encontré con la solución: ir al panel de control de Windows, a las propiedades de los auriculares inalámbricos, y en el apartado «Servicios» desactivar la casilla «Telefonía de manos libres». Tras hacerlo y reiniciar Windows 10, todo volvía a funcionar. Fiu.

El sonido de los cascos durante el juego es bueno, pero no he notado nada especial respecto a los auriculares HP Omen by SteelSeries que usaba hasta ahora. El problema de estos básicamente era que usan cable y acaba siendo un poco incómodo tenerlo ahí presente, así que quería ver si con unos auriculares inalámbricos ¿de calidad? la cosa mejoraba tanto en ergonomía como en la experiencia de juego.

La verdad, no noté ninguna diferencia. Durante algún tiempo estuve investigando de hecho sobre auriculares con sonido envolvente virtual, pero Juanky siempre dice lo mismo: cómprate unos buenos auriculares estéreo y olvídate del sonido envolvente virtual.

Él de hecho analizó hace bien poquito el software Razer THX Spatial Audio, una aplicación que «convierte» cualquier auricular estéreo en uno con sonido envolvente y hasta «sonido posicional». Se supone que eso permite que en juegos FPS como ‘Battlefield 1’ por ejemplo puedas «escuchar» a tus enemigos antes de verlos y situarlos perfectamente en el espacio. Yo probé la versión de evaluación durante unos días y la verdad, me quedé bastante frío: mis oídos de corchopan me demostraron una vez más que estas pijadas software no me sirven de nada, porque oía igual de mal (o de bien) los pasos de los enemigos, y me suele costar bastante situar por dónde van a venir con ese sonido, esté activado el efecto envolvente o no.

Aquí quizás alguno tengáis experiencias que contar, pero a mí lo del sonido envolvente virtual en cascos me parece humo que nos venden: puede que se potencie un poco el sonido, pero de ahí a diferenciar mejor este tipo de cosas en juegos FPS por ejemplo media un mundo. Pero claro, yo soy yo y mis oídos de corchopan son los que son. A Juanky, por ejemplo, el efecto pareció convencerle, pero como buen audiófilo tiene un oído FDC (FinoDelCopónTM).

El caso es que en el juego la cosa es correcta pero sin sorpresas, así que, ¿cómo se comporta con la música? Pues lo mismo: el sonido es bueno, pero no logro diferenciarlo demasiado de los auriculares que utilizo normalmente. Los auriculares tienen una función llamada Infinitely Variable Bass que no es más que una pequeña barra que puedes deslizar en uno de los auriculares y que activa unos bajos más potentes si la música puede aprovecharlos. Se nota ese efecto con la música alta, pero no diría que la convierte en algo mucho mejor, aunque sí con más pegada. Es casi un efecto háptico, diría, porque a mí los sonidos bajos acaban «vibrando» en mi oído más de lo común —he probado con la maravillosa ‘Telephone Line’, de la ELO—, y de hecho en ciertos momentos es hasta molesto, así que no la he usado mucho.

Los cascos tienen también algo que me apetecía probar: cancelación activa de ruido. No he probado mucho esta función para aislarme del mundanal ruido, pero debo decir que lo poco que la he probado me ha parecido bastante decepcionante: no capa muchas de las frecuencias —las conversaciones exteriores, por ejemplo, siguen oyéndose— y diría que aquí los auriculares de Sony o los Bose 700, que tienen igual o más fama en ese apartado, los dejan a la altura del betún. Pero claro, he pagado 30 euros por ellos: no podía esperar milagros.

En cuestión de diseño la verdad es que los auriculares son curiosetes, pero no espectaculares. Los botones físicos que hay en ambos cascos (subir y bajar volumen, IVC-Bass, ANC, encendido) tienen un claro acabado plasticurri que no da demasiada sensación premium, pero el caso es que funcionan. Son confortables pero «aprisionan» un poco, aunque las almohadillas están muy bien y puedes ajustar la diadema y por ejemplo yo —que tengo un buen melón— no tengo queja al respecto. Los Omen aprisionan incluso más, por ejemplo, y tanto con unos como con otros al cabo de un rato acabo un poco hasta las narices de ellos. Quitárselos me recuerda un poco a lo de quitarse las botas tras esquiar. Qué liberación, pardiez.

¿Conclusión? Pues a pesar de que el texto es un poco duro, no tengo queja alguna de los auriculares, sobre todo porque el precio que pagué es muy bajo. Si hubiera pagado 179 euros otro gallo hubiera cantado, pero con estas prestaciones la verdad es que estoy encantado con los auriculares, a los que la batería por ahora les aguanta una semana después (se cargan por USB-C, incluyen cable), aunque como digo no los he usado tampoco a saco.

No vais a encontrarlos ya en Amazon —debieron agotarse con la oferta— pero lo que tengo claro aquí una vez más es que en tecnología sueles obtener aquello por lo que pagas. Me gustaría comparar algún día estos con los de Sony o Bose para saber qué me estoy perdiendo por no pagar 200-250 euros más por ellos, pero la verdad, me quedo la mar de tranquilo.

Y mis oídos de corchopan, que definitivamente siguen siendo de corchopan, más.

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6 comentarios en “La increíble historia de los Ausdom B01 y los oídos de corchopan

  1. Pablo dice:

    Pide perdón a la divinidad por tu oído, Javi. Creo que Dios te perdonará, pero, por favor, no vuelvas a escribir sobre auriculares o cualquier asunto relacionado con el sonido teniendo en cuenta que sacas a relucir los Sony y los Bose en tu artículo.
    Te atreverías a hacerlo con Möet hablando sobre la sidra El Gaitero?
    Corchopan, que eres un corchopan!! (Con cariño)

  2. Juanky dice:

    Javi, me alegra mucho que estés razonablemente satisfecho con tus nuevos auriculares. Por ese precio sin duda merecen la pena. En cualquier caso, aún no me doy por vencido. Algún día conseguiré demostrarte que no tienes oídos de corchopan. Y ese día ya no habrá vuelta atrás. No podrás volver a escribir este tipo de artículos 😀 Disfrútalos, amigo 😉

Comentarios cerrados