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¿Te fías de tu trabajador?

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Los ingleses y los yanquis siempre han presumido de que lo de la jornada laboral de ocho horas se la debemos a ellos. Pues cágate lorito, porque el Rey Felipe II ya instauró esa medida en el siglo XVI. Solo le faltó decretar que después de la comida uno tenía derecho a la siesta para petarlo. Y no soy de siesta.

Aquella revolución, se produjera cuando se produjera (en España la cosa se quedó para siempre en abril de 1919) cambió para siempre nuestro ritmo de vida. Llegaron los findes y con ellos el impulso definitivo de industrias durmientes como el turismo o el entrenimiento. Por fin teníamos tiempo de vivir un poquito.

Lo de la jornada laboral de ocho horas luego se ha desvirtuado un poco, claro. En nuestro país hay gran afición a calentar el asiento porque oye, las horas cuentan un montón. Que te vean ahí, aunque hagas poco o nada (o mucho, que es otro tema), es suficiente.

No comulgo yo mucho con esa filosofía, y ya he mencionado en numerosas ocasiones cómo al final el argumento definitivo para valorar a un trabajador es, creo yo, su productividad. Si cumple con su trabajo y cumple con las fechas, me da igual que lo haga en jornadas de 14 horas en la oficina (peor para él) o en 4 horas por la tarde porque por la mañana está esquiando o haciendo surf.

El caso es que todo el tema de la pandemia de COVID-19 ha planteado el mayor experimento de teletrabajo de la historia: millones de personas que jamás habían teletrabajado han tenido que hacerlo de forma obligatoria. A algunos les habrá gustado más y a otros menos, pero por lo general yo diría que el resultado del experimento ha sido (o está siendo) positivo.

Por todos lados se oye decir eso de que «igual esto es el comienzo de una nueva era«. De repente algunos soñamos con un mundo en el que los empresarios se den cuenta de que igual las cosas se pueden hacer de otra cosa. Con la gente que quiera y pueda (importante) teletrabajando y la gente que no pueda o no quiera (importante también) trabajando desde la oficina, como siempre.

Yo lo veo. Llevo 12 años teletrabajando y tengo una perspectiva probablemente distorsionada de todo este mundillo, pero la verdad es que no le veo más que ventajas. Mi trabajo se adapta muy bien a esta dinámica, por supuesto, y también he comentado que no todo el mundo puede (o incluso debe) teletrabajar. Lo que sí creo es que podría (y debería) hacerlo mucha más gente. A todos ellos les diría solo una cosa: si pueden teletrabajar y el cambio les resulta medio natural, probad. Igual os dais cuenta de lo que os estábais perdiendo.

Por supuesto la cosa no es tan sencilla y la decisión no depende del trabajador. De hecho depende totalmente de la empresa y de los responsables de la misma, que son los que deben abrir esa opción. A Mark Zuckerberg le pongo a caer de un burro siempre que puedo (y con razón), pero debo decir que su decisión de dar el salto a un modelo mucho más centrado en el teletrabajo me parece brutal. Otras empresas han anunciado iniciativas similares, y aquí la pregunta que cualquier jefe debería hacerse es la misma. La del título, vaya:

¿Te fías de tu trabajador?

Es una pregunta sencilla. La única probablemente importante a la hora de afrontar la potencial revolución del teletrabajo. Si no te fías, no hay tu tía. Lo decían muy bien en este artículo pesimista de The New York Times titulado ‘The Long, Unhappy History of Working From Home‘ —por cierto, acabo de suscribirme gracias a una oferta de un euro al mes, toma ya— en el que el autor hablaba de cómo nos estamos haciendo demasiadas ilusiones. Ya hubo intentos de lograr convertir el teletrabajo en algo masivo.

Todos fracasaron.

Lo intentaron en IBM, lo intentaron en Yahoo, y lo intentaron en Best Buy, por ejemplo, cuentan en ese artículo. Ninguno de esos intentos funcionó y por unas razones u otras sus directivos acabaron volviendo a querer tener a todos sus empleados lo más cerquita posible. No es casualidad que en los últimos años hayamos visto cómo algunas megacorporaciones han presumido de sus nuevos cuarteles generales —el Apple Park es un buen ejemplo— para tener más contentos que nunca a sus trabajadores entre arbolitos y mesas de ping pong. Lo importante es que estén ahí 20 horas al día, pero que estén contentos a más no poder.

Yo diría que la situación es algo distinta ahora. Lo de teletrabajar ha sido necesario, no optativo, y a pesar de que todos queremos volver a la normalidad, sea nueva o vieja, me da a mí que estamos todos muy confiados pensando que esto ya está medio solucionado y que oye, en unos meses hablaremos del COVID-19 en pasado y recordaremos cuando todos los telediarios y los medios nos achicharraban a noticias sobre el tema.

Esto probablemente no se ha acabado. No lo digo yo, lo dicen los expertos. Eso quiere decir que a priori podríamos volver a confinamientos y teletrabajo forzado, pero puede que algunas empresas y algunos empresarios sí estén viendo esto como una oportunidad de cambiar las cosas.

En España lo tenemos crudo. Lo digo por la nueva Ley del teletrabajo, una propuesta del Gobierno que parece demasiado bonita para ser verdad… para el teletrabajador. De hecho es tan bonita y favorece de tal forma al empleado que tenemos un problema grave: que todos los empleados la van a querer, pero ninguna empresa la ofrecerá si puede evitarlo. Así a bote pronto se propone:

  • Horario flexible
  • Igualdad de trato: no son mejores los empleados que van a la ofi.
  • Igualdad de salario: no variará en función del lugar de residencia.
  • Compensación de gastos: la empresa te paga la luz, el ADSL y el ordenador, por ejemplo.
  • Intimidad y privacidad: nada de que la empresa te instale programas que espíen tu actividad.

Una bicoca, como decía. ¿Quién no querría apuntarse a algo así? Pero sobre todo, ¿qué empresa querrá apuntarse? Yolanda Díaz ya defendía que las empresas pagasen algunos gastos del teletrabajo, pero aquí estoy al 100% con Antonio:

Hubo un buen y sano debate en ese tuit, pero para mí su conclusión es clave: a quien le tiene que molar hacer esto es a la empresa, y con esas condiciones es normal que no les mole nada. Igual el Gobierno ha hecho una jugada maestra que haga inviable la aplicación del teletrabajo: ellos quedan bien («fíjate todas las cosas chulas que queríamos dar a los trabajadores») y pueden escurrir el bulto («las empresas no han querido, no es culpa nuestra»). Todas estas medidas son totalmente injustas para las empresas, que de repente tienen que incentivar justo lo contrario de lo que tradicionalmente defendían.

Y luego está lo otro, claro. Lo de que las empresas se fíen de ti. ¿Lo hacen?

Me río por no llorar.

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14 comentarios en “¿Te fías de tu trabajador?

  1. josemicoronil dice:

    También estoy muy de acuerdo con el comentario de Antonio Ortiz, a las empresas hay que incentivarlas para que éstas permitan teletrabajar. Si éstas no ven ningún tipo de ganancia ¿Para qué se van a esforzar en ello?

    Me le leído el artículo del NYT que enlazas y la verdad no creo que sea tan negativo, no sólo porque al final del artículo indique que actualmente haya empresas donde lo llevan muy bien, sino porque ofrece una lista de fallos donde han caído anteriormente a la hora de implantar el teletrabajo:

    No acordar un horario de disponibilidad, poner a teletrabajar a personas las cuales no son capaces de llevarlo bien, realizar trabajos creativos separados del grupo, y no hacer sentir a sus trabajadores integrados en la empresa. De todos, el último punto es quizá uno de los más difíciles de abordar, los demás serían más inmediatos.

    Quitando dichas cuestiones, si una empresa piensa que se va a trabajar menos desde casa claramente pienso que hay problemas de dirección y liderazgo en ella, con teletrabajo o sin teletrabajo.

    Un saludo.

    • Sí, yo no lo veo tan difícil y creo que el NYT aunque no es tan negativo sí se centra en el hecho de que antes no ha funcionado y es pesimista con el futuro. Yo veo esto como una oportunidad. Ojalá que haya cambios en este sentido.

  2. nacho dice:

    Hay un refrán que dice hacer de la necesidad virtud y en su versión Americana win-won. Como empresario diré que lo que nos importa es la productividad y el valor añadido que genera cada empleado. Creo que el mundo laboral debería ir por ahí en el futuro, el sueño de la siguiente generación no puede ser tener un contrato fijo si no trabajar en proyectos donde aporten y se motiven y les permita vivir su vida como quieran, ya sea dedicando 20 o 4 horas al día, responsabilizándose de sus elecciones y viviendo con ellas. Todas estas regulaciones van en contra del futuro. Si alguien genera valor y tiene una productividad alta por que no va a poder trabajar desde casa si eso le hace feliz? Y si alguien supone menos coste para la empresa en cosas que no aportan valor al cliente final por que no compartir ese ahorro y ser más competitivo? Nos prometieron que el siglo XXI sería el siglo de las personas, el case by case de los americanos, la personalización de la educación, el consumo, las relaciones familiares y personales…etc. pero la verdad es que los políticos y la sociedad sólo quiere tratarnos en grupos demográficos. Menos regulación y más libertad. La gente no es estupida, y sabe cómo organizar su vida.

    • Exacto Nacho. No entiendo qué problema ven tantas empresas en eso. Aunque hay puestos que tienen más difícil hacer algo así por las dinámicas de la empresa, en muchísimos otros casos las ventajas son obvias: tienes al trabajador más contento, retienes talento, puedes contratar talento que no se tiene que mover de su sitio y produce probablemente más y mejor que nunca al estar feliz en su puesto.

      Lo de que la gente no es estúpida tiene también la otra cara, ojo. La de los listos que se escaquean, sea en la ofi o sea teletrabajando. Haberlos haylos, y a esos hay que atarlos en corto (o dejarlos ir, por supuesto). Una vez más eso es fácil de detectar: si cumplen su parte, perfecto. A partir de ahí, que cada cual se lo monte como quiera.

  3. Land-of-Mordor dice:

    «…Pues cágate lorito, porque el Rey Felipe II ya instauró esa medida en el siglo XVI…»

    Sólo para los obreros dependientes de la Corona. El resto, ya se sabe, de sol a sol 😉

    Por lo que sé (llevo unos días desconectado), lo que hay es un borrador de Proyecto de Ley para regular el Teletrabajo. Proyecto que tendrá que negociarse con el resto de fuerzas políticas, empresarios y sindicatos. Al final la «compensación por los gastos» tiene toda la pinta de quedarse en algo parecido a lo que hoy se paga en una nómina por «desplazamiento». Una raspilla al mes, vamos. Es una negociación y hay quien dice que es bueno comenzar con propuestas de máximos para luego acercar posturas. A mí me parece una chorrada máxima esa técnica.

    Eso o ha sido puesto expresamente a petición de la CEOE para que así les sea tan «lesivo económicamente» que no puedan implementarlo y seguir con el modelo del calentamiento de asiento.

    • Pues en aquella época dice la canción que el Sol no se ponía en el imperio así que esos pobres que curraban de Sol a Sol no debían descansar mucho 😛

      Lo que dices al final es justo lo que apuntaba yo como posibilidad, y desde luego da miedito. Estos de la CEOE efectivamente son la antítesis de lo que busca esta revolución, me temo.

  4. Ivan dice:

    El teletrabajo es un caramelo muy goloso, pero mucho ojo con el veneno que puede contener dentro.. Si solo somos muñecos detrás de un ordenador, nada impedirá al empresario contratar trabajadores en latinoamerica, Portugal, Marruecos… donde el salario es la mitad o la cuarta parte.

    Está claro que no se podrá sustituir a todos los trabajadores, pero los más rutinarios sí. Y ya hay empresas que ofrecen un contable 40 horas a la semana desde latinoamérica por 300 $.

    Poca broma, que vienen unos datos de paro brutales cuando terminen los ERTE.

    • Ese es un peligro, pero una de las propuestas para implantar eso es igualdad de sueldos con variaciones sensibles (pero no brutales) según el lugar de residencia. Las diferencias podrán existir, pero espero que si el modelo se implanta no se aproveche de esa mano de obra barata. Así no llegaríamos a nada porque supongo que las empresas acabarían tratando de ahorrar acudiendo a mercados/países en los que precisamente la gente no cobra tanto. Y entonces qué, ¿la gente se iría de esos países y volverían las concentraciones donde se cobra más? Mal asunto.

    • Land-of-Mordor dice:

      Hombre, el contable latinoamericano puede liarla y mucho por desconocimiento del plan contable y la normativa impositiva española. Esos 300$ al mes pueden llegar a salir al final por unos miles de euros.

  5. A mí, la ley del teletrabajo me sobra totalmente: Cuando un empleado trabaja donde quiere (incluyendo su casa), cuando quiere (horario flexible) y con sus medios, no es un empleado, es un trabajador autónomo (y cobra por horas y/o por proyectos). De hecho, estos son los criterios que aplica desde hace muchos años la Seguridad Social para valorar si una persona debería o no estar en nómina. A lo sumo, si sólo le pagas tú, es un autónomo dependiente (TRADE) y tiene un par de ventajas menores más.
    Yo trabajo con empleados y con autónomos. Ambos casos tienen sus luces y sus sombras, y creo que es importante combinarlos.

    No es necesario fiarse de un empleado en teletrabajo. Es un freelance (autónomo) y, si no rinde, si no te fías, si no te da más valor de lo que tú le pagas, simplemente no sigues trabajando con esa persona.

    Es la belleza y la eficiencia del mercado libre. Funciona, se adapta en tiempo real y no necesita (ni le conviene) regulación.

    Si dejas que la gente haga y deshaga sus propios tratos sin trabas, la libertad,y con ello la economía, crecen a toda prisa.

    • Recuerdo que contaste tu experiencia negativa en ese sentido y entiendo tu postura, pero he sido autónomo mucho tiempo y creo que el modelo es distinto y poco favorable a quien quiere teletrabajar para una única empresa (dependientes, como tú dices, o falsos autónomos). Cotizar a la SS y tema vacaciones matan a ese autónomo, que a la empresa le sale muy barato sin que haya diferencia en trabajo realizado u horas trabajadas.

      Lo sé porque lo he vivido y sigo viviéndolo: los autónomos dependientes y falsos autónomos deberían ser trabajadores contratados. Quizás con sueldo diferente (pero no mucho) por teletrabajar, pero con los mismos derechos en esos temas que un contratado. Eso es una gaita, Uxío. Y siendo de donde eres, lo de las gaitas lo tienes muy pilotado 😉

      Dicho lo cual, sé que eres empresario y que es muy duro lidiar con empleados. Yo tengo solo la experiencia del 100M —creedme, nadie quiere trabajar en un 100M toda la vida, y eso se nota pronto en productividad y actitud— pero es cierto que hay mucho avispilla. Por eso lo de la confianza. Contratar teletrabajadores bien, despedirlos si no cumplen bien también.

      La confianza es al final la base de esa relación, insisto. Que igual me equivoco, pero (creo) que si me ha ido como me ha ido profesionalmente (pobre pero honrado) es porque mis jefes se han fiado de mi trabajo.

    • FGG dice:

      Hola Uxío.
      La verdad es que tus aportaciones en el foro suelen ser interesantes y suelo estar bastante de acuerdo con ellas. Pero aquí, sobre la figura del autónomo, tengo que discrepar.
      Siendo sincero, el problema no es la figura del autónomo (que también podríamos hablar sobre ella y que tiene tela) si no sobre el «abuso» de muchas empresas que hacen sobre estas empresas.
      Fui un «falso autónomo» durante un tiempo para una empresa de salud privada y en mi experiencia fue un desastre. Una manera de tener un empleado como cualquier otro sin ningún derecho. Y ya no hablo de IRPF o de las facturas, hablo de eliminar de un plumazo el tema de vacaciones, bajas laborales y falta total de derechos en caso de pérdida de empleo (al menos hace años era así). Además, pagaban casi lo mínimo y ,claro, con ese sueldo pagas la base de cotización más baja (de algo hay que vivir) y todo ello afecta a tus prestaciones futuras. Por no hablar del hecho de que mantenerte en una situación tan precaria (pueden quitare el trabajo cuando quieran) hace que uno trague con lo que sea. Por tanto, según mi experiencia la figura del autónomo en muchos casos solo sirve para encubrir un abuso (no digo que sea siempre así, por supuesto).
      En este contexto, hablar de «tratos sin trabas» o de «libertad» sin una mínima regulación de las relaciones entre empleador/empleado me parece que es imposible. Si estoy desesperado por trabajar y alguien me ofrece un trabajo tendré que aceptar sus condiciones sean cuales sean y creo que mi «libertad» importa pco ahí. Un saludo

      • Coincido aquí con FGG, Uxío. Seguramente nuestras experiencias son distintas a la tuya y en todos sitios cuecen habas, pero no creo que el tema de los autónomos le salga bien a casi nadie. Está además el tema de la economía sumergida, pero ese es otro debate.

      • Es que lo que estáis comentando ahí son casos de empleados disfrazados de autónomos. Eso es otra historia.

        Yo lo que pido es que no se regule el teletrabajo. Tiene que estar definido en las condiciones del puesto que se ofrece y tiene que ser aceptado, negociado o discutido en el momento de aceptar el empleo. Por ambas partes, sin intervención de trabas legales que añaden fricciones que sólo crean problemas.

        Somos mayores y responsables. Tenemos capacidad de elegir, negociar, aceptar y rechazar. Eso basta para que ambas partes se las vayan arreglando para encontrar el equilibrio.

        Cuando te imponen las condiciones es cuando se desequilibran los tratos y, por lo tanto, cuando dejan de hacerse o cuando se mantienen el tiempo mínimo imprescindible.

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