Tecnología

Harry y el Mac que cambió la historia

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Hacía tiempo que los inviernos a 25 ºC eran algo triste y totalmente normal. El esquí había desaparecido virtualmente como deporte, pero claro, quién necesitaba esquiar en la nieve cuando podías tener básicamente la misma sensación con unas buenas hololentes.

Harry pensaba en aquello mientras pasaeba de camino a su destino. De repente, alguien se cruzó en su camino: una madre, oriental, llevaba en carrito a su niño. La madre, sorpresa, iba con una mascarilla, un elemento que Harry no veía desde hacía tiempo y que la gente solo usaba cuando estaba con un constipado sin importancia y por solidaridad evitaban contagiar a los demás.

Harry recordaba aquella terrible pandemia que les tuvo confinados durante meses y que por fin la deseada vacuna logró atajar: todo volvió por fin a la normalidad, pero como la llamaban entonces, en realidad se creó una nueva normalidad. Una en la que el telegrabajo se convirtió en la revolución social que nadie esperaba. Las empresas comenzaron a permitir que sus trabajadores vivieran y trabajaran desde donde quisieran salvo en ciertos puestos y nichos estratégicos, y eso tuvo consecuencias alucinantes: menos concentración en ciudades, decremento radical del tráfico y la contaminación, y una era en la que esa flexibilidad hizo que la gente fuese, sencillamente, más feliz. Había más tiempo para todo y menos estrés, lo que favorecía el consumo y la productividad. Un maravilloso círculo vicioso que se completó con semanas de 30 horas (que se podían completar tanto en cuatro como cinco días laborables) y con una reforma social y de impuestos en las que las criptodivisas descentralizadas lograron minimizar la economía sumergida y acabar con buena parte de las desigualdades.

Aquello molaba.

Ni se dio cuenta de que había llegado al a residencia. Una vez más se disponía a entrevistar al Sr. Cook, que seguía tan dicharachero como de costumbre cuando le encontró descansando al sol y tomándose una cerveza y unas pipas.

—Caray, Sr. Cook, cómo se cuida usted. Qué envidia.

—¡Hola Harry!— exclamó un entusiasta Sr. Cook —. ¡Me alegro de verte! ¿Quieres? Tengo por aquí otra Mahou fresquita.

—Hombre Sr. Cook, eso ni se pregunta —dijo Harry apoderándose de la lata (con materiales altamente reciclables) y de un puñado de pipas.

—Bueno Harry, supongo que quieres que te cuente alguna historia del abuelo cebolleta, ¿no?

—Así es, Sr. Cook. Quería hablar de transiciones.

El Sr. Cook se quedó callado con aquella media sonrisa que esbozaba con cada comienzo de conversación con Harry. Aquel hombre había liderado durante años una de las empresas más importantes de toda la historia. Una que en muchos aspectos había cambiado el curso de la tecnología y que había tenido un impacto gigantesco en millones de vidas.

—Por supuesto. Supongo que te refieres a la transición de nuestros Mac a procesadores ARM. Un evento histórico.

—Eso es. Como sabrá, yo llevaba años hablando de ello y nadie me hacía caso.

—Jajajaj. Claro que me acuerdo Harry. En Apple os seguíamos la pista a ti y a muchos otros periodistas. No decíamos nada, claro, pero érais un elemento imprescindible de nuestra estrategia. No solo nos dábais publicidad gratuita: vuestras críticas nos ayudaban a mejorar, pero además nos dábais ideas de hacia dónde debíamos dirigir algunos de nuestros pasos. Trabajasteis muy bien para Apple sin saberlo. Y sin cobrar un duro, por cierto.

—Hombre, no se pase.

—No no, si lo digo en el mejor de los sentidos.

—Además, yo les metía cera en cuanto tenía oportunidad. Era como un deporte para mí. Cera justificada, pero cera al fin y al cabo.

—Lo recuerdo, por supuesto. Me encantó aquello que escribiste de Minnie y los fuegos artificiales, por ejemplo. Aquello resonó en la compañía. Nos hizo prestar más atención a lo importante. Dejar atrás las pijadas. Centrarnos en lo que importaba. Como imaginarás, por aquel entonces ya estábamos trabajando en aquella cuarta transición.

—La de los Mac ARM.

—Exacto, Harry.

El Sr. Cook se quedó unos momentos en silencio, como recapitulando. Todo había comenzado con los Mac para Apple. De aquellos primeros modelos basados en procesadores de Motorola (tanto el Lisa como el primer Macintosh incluidos) se pasó a Mac basados en PowerPC en 1994 en una primera transición. El sistema operativo Mac OS cada vez era más limitado, así que Apple planteó una segunda transición que esta vez sería software: llegaría con Mac OS X en 2001. Las cosas seguirían así un tiempo, pero en junio de 2005 Steve Jobs anunciaría la tercera transición a procesadores Intel, aunque las primeras máquinas no llegarían hasta enero de 2006. Aquella etapa fue especialmente duradera: Apple aguantó prácticamente quince años con aquel binomio que le dio muchas alegrías pero que fue perdiendo relevancia frente a unos iPhone que hicieron que los Mac que habían hecho a Apple quien era palidecieran.

—El caso—dijo Mr. Cook saliendo de su pequeño letargo— es que llevábamos tiempo trabajando en esa transición. Tú mismo lo comentaste en varias ocasiones aquellos años junto a otros analistas, pero era algo evidente: Intel ya no era la Intel de los tick y los tock. Se habían dormido en los laureles. Hasta AMD les había comido la tostada en aquella época.

—Lo recuerdo. Los Ryzen 3000 en sobremesa y los 4000 en portátiles eran estupendos.

—Aquello era solo la demostración de cómo Intel se había relajado. Mantuvieron su litografía de 14 nm hasta el aburrimiento mientras el resto de fabricantes, AMD incluida, daban el salto a los 7 nm, lo que les permitía tener una ventaja fundamental. Nos planteamos cambiar a procesadores AMD —ya usábamos sus gráficas— pero eso nos volvía a hacer dependientes de un tercero. Teniendo en cuenta cómo nos iba con nuestros procesadores móviles, el camino estaba claro.

—Recuerdo a su responsable de desarrollo de chips, Johny Srouji. Algunos lo calificaban como el directivo de Apple más importante del que la gente jamás había oído hablar.

—Johny era un prodigio. Un genio que lideró la producción del Apple A4, nuestro primer procesador móvil, y que a partir de entonces fue ganando peso en la compañía. Nos convenía tenerle escondido y protegido, pero es uno de esos hombres que provocan revoluciones casi sin saberlo. El mérito se lo llevaron otros, pero él fue el artífice de unos procesadores que lo cambiarían todo.

—Pero primero había que resolver un problema.

—El del software, claro.

—Eso es. Aunque ya tenían experiencia en eso.

—Justo. Con la transición a los micros de Intel nos ocurrió algo parecido. La gente se preocupó mucho con aquello. «Pero bueno«, nos decían los usuarios, «¿y ahora qué va a pasar con esa aplicación de la que dependo?«. El cambio siempre da miedo, pero nosotros lo teníamos todo pensado entonces, y también lo teníamos todo pensado con la transición a nuestros «Apple Silicon».

—Por cierto, Mr. Cook, un poco prepotentillo el nombre. Ni una vez mencionaron a ARM en aquella presentación.

—No había por qué mencionarles. Ya les pagábamos la licencia para poder crear nuestros micros a partir de sus diseños originales. Es cierto que parte del trabajo era de ellos al fin y al cabo, pero pagamos ese trabajo. ¿Para qué conceder crédito a potenciales rivales?

—Muy suyo, Mr. Cook.

—Harryyyy… Bueno, el caso es que la transición dependía del software, y ahí lo teníamos todo más o menos atado con nuestros cuatro componentes: binarios universales para Intel (x86) y Apple Silicon (ARM) que los desarrolladores podían recompilar con XCode, binarios x86 traducidos en tiempo real a ARM gracias a Rosetta 2, y luego dos elementos adicionales: virtualización y compatibilidad nativa con apps de iOS y de iPadOS.

—Eso último fue un bombazo. Y la señal de algo que se acercaba cada vez más. De lo que casi nadie habló. Me sorprende, sobre todo tras ver todo lo que se reveló de macOS 11.0 Big Sur.

—¿Qué te sugirió aquello?

—Vamos, Sr. Cook. Lo sabe bien. Aquello no era macOS. Aquello era iOS disfrazado de macOS. Aquel Control Center, los widgets, las aplicaciones adaptadas vía Catalyst, el soporte nativo de apps de iPhone y iPad gracias a la transición a Apple Silicon y a sus chips ARMs. Atufaba.

—¿Atufaba?

—A convergencia. Al fin de macOS. A un iOS para dominarlos a todos. o de un iPadOS para dominarlos a todos, si quiere.

—Jajajajaj Harry. Qué bueno. Eso llegaría después, claro, pero sí, tienes razón. Atufaba.

Harry sonrió. Para él había sido evidente. Cuando mostraron macOS 11.0 Big Sur Apple parecía conceder sin decirlo que iOS/iPadOS se habían apoderado de macOS como macOS se había apoderado de iPad OS. Constantes adaptaciones de características de una y otra plataforma iban pasando a esos sistemas. El Dock y los Ficheros de macOS que pasaron primero a iPadOS, el soporte de ratón, y luego a la inversa en macOS Big Sur con aquellos widgets y aquel Control Center, por ejemplo. Las pistas estaban por todos lados.

Y entonces, Harry se acordó de una cosa.

—Me acabo de acordar de una cosa, Sr. Cook. Una por la que le quería preguntar.

—El soporte táctil en macOS —adivinó el Sr. Cook.

—Exacto. ¿Por qué no revelar aquello allí mismo? Soportar aplicaciones de iPhone o iPad en los Mac ARM sin soportar la interfaz táctil parecía antinatural.

—Bueno, era un paso natural, pero no uno que pudiésemos dar de golpe. Ya sabes lo que nos gusta tomárnoslo con calma.

—Ya lo creo que les gusta. No recuerdo lo que tardaron en anunciar el soporte del Cut&Paste en iOS. Lo anunciaron como si hubieran inventado la rueda.

—Vaya, Harry. Estás a la que salta.

—Es que es verdad, Sr. Cook. Eran ustedes rácanos hasta el infinito y más allá. Era la falacia de las mejoras iterativas.

—Bueno, siempre nos fue bien así: no queríamos utilizar los ases que teníamos en la manga si no era estrictamente necesario.

—Bien, pero sigamos hablando de esa transición. Quedaba la cuestión de la potencia y de qué pasaba por ejemplo con los Mac Pro.

—Sí. Mucha gente andaba a la gresca con eso. Lloricas y haters. «Es imposible que esos procesadores puedan superar en rendimiento a CPUs como las de Intel o AMD, que llevan décadas en esto«, decían. Ni los análisis que hacían publicaciones con datos bastante acertados parecían servirles de demostración. El Apple A13 convertía al iPhone 11 en el ordenador (y digo bien, ordenador) más potente jamás hecho por Apple en rendimiento mononúcleo. No lo dije yo: lo decían las pruebas de Geekbench. Y aún así la gente erre que erre. Lloricas y haters. Qué ganas tenía de cerrar unas cuantas boquitas.

—Y vaya si las cerró.

—Claro. Tardamos unos meses en sacar algunos equipos, pero los primeros MacBook Pro y iMac ya demostraban de lo que eran capaces nuestros chips. No tardamos demasiado en hacer un Mac Pro basado en estos chips, algo que todo el mundo descartaba. Aquel evento, como dije entonces, suponía un día histórico para Apple y para el Mac.

—Aunque quedaba otro día histórico para Apple y el Mac.

—Cierto, pero eso es otra historia, ¿verdad, Harry?

—Verdad —dijo Harry mientras se comía las últimas pipas y se bebía el último trago de cerveza. El Sr. Cook hacía lo propio, pero antes de terminar elevó su cerveza para brindar con Harry.

—Por las transiciones y la valentía de cambiar, Harry.

—Querrá decir coraje, Sr. Cook.

—Uy, es verdad Harry. Eso. Por el coraje.

—Por las transiciones y por el coraje, ea.

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5 comentarios en “Harry y el Mac que cambió la historia

  1. CarlosAMG dice:

    Muy buena historia como siempre Harry 😉

    Aunque al leerla me ha entrado una duda que no me había planteado antes. ¿Que pasa con las gráficas? Que yo sepa hasta ahora las AMD no serian compatibles con ARM no? Y no creo que el chip gráfico integrado de la cpu de Apple sea tan potente como la RTX de turno por ejemplo.

    Se plantean unos dos años interesantes,al menos para los que nos gusta este mundillo y vemos esta transición desde fuera.

    • Gracias! Esa es una buena pregunta. Mencionaron cómo en sus SoC ya tienene GPUs de alto rendimiento (ciertamente se comportan muy bien), pero una iGPU nunca puede compararse a una gráfica dedicada, así que veremos si preparan alguna jugada aquí para equipos más potentes.

      Como dices, esto se pone interesante 🙂

  2. Vicent dice:

    Adoro estas historietas … 🙂

    Saliendo de la ficción, me ha sorprendido lo aparentemente avanzado y atado que tiene Apple el tema, y que en 2 años todos los equipos pasen a ser ARM , incluso los Pro. Leyendo los problemas de rendimiento en W10, (no se hasta que punto reales), estaba convencido de que Apple iba a convivir ARM y X86 muchos años, lustros, o para siempre.
    No se si es «coraje», pero hay que reconocerle a Apple que cuando toma una decisión, va con todo

    PD En 2 años , MAC táctil, y a tirar de hemeroteca para leer las vences que Apple ha dicho que no lo sería…

    • No había leído tu comentario, pero mira el post que acabo de publicar 🙂

      Sí que lo tienen atado, pero claro, esto no es cosa de un día: llevan trabajando en ello desde hace años, seguro. Y lo que tienen preparado de aquí en adelante seguro que está mucho más atado ahora que no dependen de Intel.

      A ver cómo se portan. Muchas ganas de ver esos equipos en acción.

      • Vicent dice:

        Pues si , ha sido comentar y en 10 minutos ver tu nuevo post ??

        Ambos vemos táctil , aunque creo que tu vas más lejos con la iosificación progresiva de Mac
        Yo creo que un Mac será siempre un Max, más versátil (y más caro) , pero con IOS embebido dentro .
        Lo aprecio dual , escritorio de estética unificada , que podrá efectuar todo IOS. El culmen de los 2 mundos

Comentarios cerrados