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La revolución del eBook que pudo ser y no fue

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Iban a arrasar. La expectación y las expectativas eran lógica. Los libros electrónicos parecían tenerlo todo a su favor. Nos iban a dar una opción para evitar que más y más libros de papel ocuparan espacio y cogieran polvo en estanterías por siempre jamás. Evitarían talas de árboles, harían mucho más cómodo llevarlos a todos lados, hacer anotaciones fáciles de buscar e incluso de compartir con otros lectores y plantearían nuevos formatos algo más interactivos.

Y luego estaba lo otro, claro. Lo realmente importante.

Los ebooks iban a ser más baratos.

¿Cómo no podían serlo? El papel cuesta dinero, la imprenta cuesta dinero, la distribución cuesta un huevo de mucho dinero. Así que era evidente que uno iba a poder comprar un libro electrónico mucho más barato que su versión de papel, no ya que el de tapa dura, sino también el de tapa blanda.

Eso (casi) nunca ha ocurrido.

Los libros electrónicos han acabado siendo tan caros como los libros de papel. No hay tantos incentivos para comprarlos porque quien lee en papel suele querer seguir haciéndolo así si no hay motivos poderosos para cambiar sus hábitos. Pasar a un lector de libros electrónicos es un cambio importante, y todas esas ventajas de las que he hablado quedan ensombrecidas si lo que no cambia es el precio.

¿Qué coño narices ha pasado?

En Vox han tratado de responder a esa cuestión y han hecho un repaso muy interesante de lo que ha pasado en los últimos años en este ámbito. La clave, dicen, ha estado en la célebre batalla de los 9,99 dólares, que no fue más que la lucha entre Amazon, Apple y las seis grandes editoriales por lograr el mayor trozo de pastel posible de un pastel que ha acabado siendo más pequeño de lo que todos —includos ellos— querríamos. Un autor llamado Andrew Richard Albanese ha escrito todo un eBook sobre el tema (que podéis comprar por 1,99 dólares), así que sabe de lo que habla.

Albanese centra el problema en esa cruenta guerra de precios, pero hHa habido otros factores que también menciona. Por ejemplo, que los jóvenes no leen libros. Ojo. No digo que lean y ni siquiera que no lean libros electrónicos: no leen libros de papel. No los necesitan, supongo, porque están «pegados a sus móviles», afirma Albanese. Es lo contrario de lo que les pasa a los lectores ya maduritos, que viven «pegados a sus lectores de libros electrónicos» porque entre otras cosas —importante, chavales, ya lo comprobaréis cuando os ataque la presbicia— «pueden cambiar el tamaño de letra. Es cómodo». Vaya si lo es. Hasta yo compré un Kindle, y eso que hace años lo veía como algo impensable para mí.

Pero al final lo que lo estropeó todo fue ese acuerdo velado al que Apple y las (entonces) cinco grandes editoriales llegaron para fijar precios. El Departamento de Justicia de EE.UU. demandó a Apple en 2012 por ello y ganó el caso, pero parece que aquello no sirvió de nada, porque el esquema que pensó Apple (que quería robarle su trozo de pastel a la mismísima Amazon) ha perdurado más o menos durante todo este tiempo.

Antes de 2009 los grandes grupos editoriales ofrecían los libros electrónicos con un 20% de descuento sobre las versiones de tapa dura. Muchos de ellos acababan teniendo un precio de 9,99 dólares, pero de repente todos consideraron aquello «una amenaza existencial», como afirman en Vox. Me ha flipado saber que esas mismas editoriales estimaban que el coste de impresión, encuadernación y distribución era de dos dólares con respecto a la versión de tapa dura. No me lo creo (diría que es mucho más), pero es lo que dicen ellos.

Al final Apple se las apañó para tratar de que su servicio iBooks fuera la referencia en el mercado, y llegó a un acuerdo con las editoriales para fijar el precio en 14,99 dólares en lugar de los 9,99 a los que se había apuntado inicialmente. La juez del caso multó a las editoriales con 166 millones de dólares, pero aquello era una gota en un océano. En cuando pudieron —había ciertas restricciones temporales para las editoriales— volvieron a las andadas.

Tampoco ha ayudado que Amazon —que parecía dispuesta a encabezar la revolución de los e-books— ofrezca a buenos precios los libros impresos: en ocasiones ocurre que son incluso más baratos que los libros electrónicos, algo absurdo, pero es que en el resto de casos lo que suele ocurrir es que la diferencia entre el libro impreso y el libro electrónico es mínima, y eso vuelve a demostrar que las editoriales tienen aún muchísimo poder.

Es algo extraño: vivimos en una época en la que autopublicarse es fácil y barato: incluso puedes vender versión impresa y versión ebook sin problemas, pero aquí Amazon es puñetera. Como decía Jane Friedman, una consultora que ha publicado ‘The Business of Being a Writer’, «Amazon puede aplicar el descuento que quiera en la versión impresa».

Es curioso, pero no puede hacer lo mismo con la versión del libro electrónico, que el autor puede imponer sin que Amazon pueda hacer nada. Bueno, sí: en esos casos en los que querría modificar el precio Amazon marca esos libros con un «Precio establecido por el vendedor». Como dice Friedman «algunas veces parece que Amazon quisiera hacer parecer ridículo a quien publica». Había buscado el libro de ‘Loba Negra’, de Juan Gómez-Jurado, como ejemplo: la versión en tapa dura cuesta 19,85 euros y el e-book cuesta 4,74 euros, una diferencia que es asombrosa y que probablemente ha hecho que mucha gente compre el e-book. Yo, desde luego, lo hice así, y como digo creí que ese sería un caso de precio impuesto por el autor/editorial, pero no veo la etiqueta en el artículo, curioso.

Luego está la otra absurda parte de los eBooks: no son tuyos. Lo contaba el autor del blog The Eclectic Light Company, que nos hablaba de un reciente caso judicial de la Corte de Justicia de la Unión Europea (CJUE) según el cual vender libros electrónicos de segunda mano es ilegal. Flipad:

«Luego está la cuestión de lo que obtienes por tu dinero con un libro electrónico. Según los editores en ese caso reciente en el CJEU, obtienes una licencia perpetua (no la propiedad) para acceder a su contenido con derechos de autor, que nunca se deteriora de la misma manera que los libros físicos. Como resultado, los editores afirmaron con éxito que no eres libre de vender su licencia, y que sólo puedes hacerlo si ellos, los propietarios del copyright, están de acuerdo. En otras palabras, pagas casi el mismo precio por algo que inmediatamente después de su compra pierde su valor».

Es, insisto, flipante, y es una mecánica que se viene ya aplicando a otros contenidos digitales de los que curiosamente ya no somos propietarios —aunque los compremos— porque son bits y bytes en algún servidor o dispositivo, y no en un medio físico que compramos como parte de ese contenido.

Un asquito, señores. Un asquito. Los e-books deberían haber sido una revolución. Una no destinada a que ya no compráramos libros de papel —Dios me libre de decir algo así, me encanta leer en papel— sino una destinada a que leyésemos más, tanto en papel como en digital.

Mal rollito.

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20 comentarios en “La revolución del eBook que pudo ser y no fue

  1. Yo tengo varios Kindles (Compartidos con la familia) y no hay vuelta atrás, creo que no volveré a comprar ningún libro físico, salvo ediciones especiales o libros de arte. Son innumerables las ventajas con respecto a uno (o varios) de papel.

  2. Lambda dice:

    En realidad, es algo que ya me olía desde el boom de lo digital años ha: la no-propiedad como concepto no declarado pero siempre deseado por las grandes empresas. Lo realmente caro debería poseer físicamente algo, y parece que ese no es el tema, sino alguna cosa que se me escapa. Igual es que burbujear precios de «cosas» digitales es mas fácil, no tienes que tirar stock. Aparte, los ebook como aparatito son caros, podrían haber partido a la mitad su precio y seguir ganando dinero (es ridículo seguir usando tecnología de los 90 ahí, todavía). La gente lee blogs, ve vídeos y PDF técnicos en sus «tochophones» o iPads… Leer Guerra y Paz parece que seguirá siendo cosa de ir al papel… Por cierto, ya tengo otro propósito para Año Nuevo, cachis…

    • «la no-propiedad como concepto no declarado pero siempre deseado por las grandes empresas»

      Ahí le has dado. Sobre eso caerá post, lo tengo en borradores. Y lo de Guerra y Paz igual me lo apunto. Yo todavía tengo pendiente el Quijote 🙁

  3. Scrappy Coco dice:

    A mi es que el tema de los e-books viene junto al tema de lo «digital». Ese pequeño tema que viene inherente a lo que conocemos como «digital» y es el hecho de que son cosas no tangibles, que no puedes tocar, que prácticamente no son tuyas al no tenerlas físicas.

    Tienes tus e-books (música, juegos, etc) descargados en tu PC, en tu disco duro y si por alguna razón (que pasan) tu disco duro muere, pierdes todo. Y si por alguna otra razón, la tienda virtual donde compraste tus e-books muere, pierdes todo. Te quedas sin el santo y sin la limosna. Compraste algo que no puedes guardarlo físicamente y al irse el HD e irse la tienda, adios. Además de perder otras características como la posibilidad de revender, etc.

    Es justamente eso lo que siempre me ha tenido consciente de intentar no adquirir cosas digitales. Prefiero comprar los libros en físico, los juegos (ahora con la Switch) intento en la medida de lo posible comprarlos físicos (a excepción de los indies que es bastante más complicado), compro de vez en cuando CDs de música (aunque es muy difícil conseguir en físico muchos) y así con otras cosas.

    Quien sabe si en el futuro estos formatos físicos seguirán existiendo dado el cambio evidente que la era digital está significando y significará en la forma en la que consumimos las cosas pero espero que siga existiendo la posibilidad de tener las cosas tangibles logrando así tener propiedad real sobre las cosas en las que invertimos nuestras horas de vida (trabajo).

    • Sí, es cierto que normalmente no releemos, en mi caso es más esa sensación de que leer en papel mola más. No sé. Es raro. Supongo que es la costumbre.

      Pero mudanzas con libros = horror adicional.

  4. Fefo dice:

    Gómez Jurado lo hace genial con el precio de los ebooks, son super competitivos y después de mucho tiempo publicada su novela aún más

    Yo suelo aprovechar a comprarme sus libros (formato ebook) cuando están de rebajas y ya los leeré cuando pueda (1,4€; 0,99€…)

    Además en Twitter siempre dice que antes de que alguien le piratee un libro que se lo diga, que si no puede permitirse pagar ese precio por sus libros él se lo regala.

    Yo prefiero el físico pero cdo hay tiempo para leer y trituras libros la comodidad e inmediatez del ebook, además del precio, es imbatible. Aunque no es menos cierto que el precio no es lo que debería ser

    Feliz Año!!

    • Efectivamente lo hace estupendamente, y su argumento de regalar antes de que se piratee es fantástico, también le leí hace tiempo en Twitter diciéndolo. Ahí se ganó unos cuantos galones.

      ¡Feliz año Fefo! (te has adelantado, hoy toca post despidiendo y felicitando el año)

  5. Leer en un libro electrónico es muchísimo más práctico que leer en papel. El poquísimo peso del Kindle rivaliza a prácticamente cualquier libro, además de que puedes llevar varios y decidir cual empezar sobre la marcha o leer varios a la vez sin llevar la mochila hasta arriba diariamente. Y que me dices de los viajes. El Kindle lo puedes sujetar con una mano y no molesta el peso. Un libro en papel con una sola mano es un incordio. Yo hay libros que no saco de casa porque pesan demasiado para llevarlos en la mochila, así que se quedan para lectura en casa.
    Así que si, el Kindle es maravilloso y estupenderrimo. Hasta que te percatas de que el libro que has comprado con tus lereles que te ha costado ganar, no es tuyo. WTF?! El libro en papel que has comprado será siempre tuyo, aunque lo leas y lo dejes echo un cristo de manchas de café, polvo infinito que siempre habrá en casa y tengas el lomo más abierto que cristo. Siempre será tuyo hasta que se lo prestes a alguien que nunca te lo devolverá, por supuesto.
    Que son un poco más caros, si, claro. Pero el olor del papel, el tacto de las páginas en tus manos, las bonitas portadas que nunca verás en un Kindle porque son alérgicos a ellas y cuando abres un libro siempre se la saltan, el gusto de ver los lomos en tu estantería, de poder ir a ella y simplemente mirarlos aunque no vayas a coger ninguno para leer en ese momento; o coges uno y lo vuelves a hojear y te reencuentras con fragmentos que de repente te vienen a la memoria… Todo eso no tiene precio.
    Y ya me dirás tú como voy a una libreria de libros electrónicos a hojear libros, a dejarme llevar por sus lomos y portadas hasta que das con uno. Eso de echar una primera vista al libro y decir, ESTE va a ser lo mio, lo siento en mis entrañas, me va a gustar. Y te lo lees y estabas en lo cierto. O a veces te equivocas y lo tiras por la ventana del cabreo cual protagonista de Silver Linings Playbook. A ver, como tengas que tiras el Kindle por la ventana, pues mal vamos.
    Y cuando te lees un libro en el Kindle y te ha gustado tanto que dices: «¡Mierda! Me ha gustado tanto que lo tengo que tener en papel SI o SI así que ale, a volver a comprarlo. O no, porque el libro electrónico no lo has comprado, se lo has alquilado a la compañia de turno hasta que te le de la gana de activar una claúsula enana de la política de privacidad que no has leído en la que dice que te alquilan en libro a condición de que en cualquier momento puede desaparecer de su plataforma y te quedas sin libros y ya si eso también se quedan tu alma como diablos que son.
    Y luego llevas a la tierna edad de 90 años, vas a coger un libro de la estantería pero estás ya muy mayor y provocas una avalancha de libros y estantería que te supulta, hasta que tres semanas después te encuentran los paramédicos que ha llamado tu vecino por el olor, con una sonrisa en la boca de felicidad porque has muerto de la mejor manera posibles: supultado bajo tus mayores amores.
    Que libro electrónico te va a supultar, hombre! Con esa birria de cachibache no te proteges ni de un atracador.

  6. Yair José Guzmán Brieva dice:

    Siempre que querido comprar un kindle. Pero la mitad de mis lecturas son documentos en PDF, paper y documentos similares. Esas pantallas de 6 pulgadas no me sirven. Los Kindle solo sirven para leer novelas.

    • Lambda dice:

      Consejo para PDFs: una tablet de formato 3:2 o un ebook de 8″ o más. La segunda opción no es barata (si bien es sana para vista), y la primera si no eres exigente un iPad (que puede servir uno con tiempillo, son aparatos duraderos) o tablet genérica que cumpla en ese formato.

      Las tablet las suelo recomendar por su procesador y su velocidad de ojeo en PDF grandes generalmente. Excelentes para estudiantes o usuarios de libros técnicos.

      Eso sí, para leer de forma distendida una novela o varias durante un viaje, un ebook es imbatible.

  7. Parufito dice:

    Me compré un kindle hace poco y he descubierto que leo mucho más. Aunque sigo prefiriendo el papel y su olor 😀

    Yo siempre había pensado que los ebooks serian una gran opción para los colegios. Pero parece que tampoco cuaja y prefirieron hacer la campaña para llevar portátiles antes que ebooks.

    • Pues si gracias al eBook lees más, eso que te llevas, genial. Es cierto que yo creo que hubo una época en la que se promocionó para coles -libros de texto ahí hubiera molado- pero no cuajó, lástima.

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